Nano-bolas rellenas de fármacos borran la metástasis del cáncer en ratones

Por , el 16 marzo, 2016. Categoría(s): Ciencia

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Hoy la noticia más leída en Science tiene que ver con una prometedora técnica para atacar a la metástasis, que como sabéis e una especie de “spin-off” del cáncer original, que muchas veces es lo que termina por matar realmente a los pacientes.

El innovador tratamiento del que se habla en Science ha sido diseñado por Mauro Ferri, un experto en nano-medicina que preside el Instituto Houston Metodista de Investigación en Texas. Al parecer este investigador lleva varios años trabajando en el diseño de nano-partículas porosas de silicio, que puedan emplearse como “mulas de carga” de fármacos, para llevarlas allí donde son realmente efectivas.

En algunos casos los doctores cuentan con fármacos sumamente efectivos contra los tumores, como es el caso de un agente llamado dox (doxorubicina), capaz de unirse al ADN presente en el núcleo de las células cancerosas y detener su división incontrolada. El problema es que cuando se inyecta dox al torrente sanguíneo, el fármaco puede ir a parar a un sitio no deseado, como el tejido cardíaco, donde puede matar a las células y provocar una parada del corazón. Por ello, muchas veces los médicos tienen que reducir las dosis o incluso suministrarlas de forma discontinua en prevención de que el remedio sea peor que la enfermedad.

Bien, pues el enfoque de Ferri pasa por crear nano-partículas de silicio poroso, con forma de disco, y rellenarlas de dox. Cuando se inyectan estas nano-partículas (a escala micrométrica) en el torrente sanguíneo, estas son capaces de rebotar en las paredes de las venas y arterias sanas. Sin embargo, si entran en los vasos sanguíneos que alimentan a los tumores, que normalmente tienen malformaciones y sufren ‘perdidas’ (como si tuvieran goteras), las nano-partículas logran salir de la circulación y se depositan cerca del tumor.

Ferri descubrió que esto por si solo no bastaba. Cuando las nano-bolas liberaban el dox, incluso aunque una pequeña porción accediera a las células tumorales, a menudo se estrellaba contra la membrana de proteínas que actúa como una bomba diminuta que expulsa los fármacos fuera de las células, antes de que estos puedan provocar daños. ¿Solución? Hacer llegar más cantidad de fármaco, para lo cual lo mejor era unir las moléculas de dox entre si formando una especie de ‘ristra’, o para ser más técnico, un polímero.

Cuando consiguieron hacer estos polímeros de dox y rellenar con ellos las nano-bolas, decidieron probar su eficacia inyectándoselas a ratones a los que se les había implantado tejido metastásico de tumor de hígado y pulmón humano. Los investigadores descubrieron que de este modo, las micro-partículas de silicio se congregaban en las zonas tumorales, y que una vez allí se iban degradando a lo largo de un período que iba de 2 a 4 semanas.

En Science leo literalmente:

Mientras lo hacían, las partículas de silicio liberaban las hebras de polímero de dox que transportaban. En el ambiente acuoso alrededor de las células tumorales, las hebras se enrollaban formando pequeñas bolas, cada una de sólo 20-80 nanómetros de diámetro. Que sean de ese tamaño, dice Ferrari, es ideal, ya que este es el mismo tamaño que tienen las vesículas diminutas que se intercambian comúnmente las células vecinas como parte de su comunicación química normal. En este caso, las células tumorales se ‘tragaron’ sin problema las bolas de polímero de dox. Una vez allí, una gran fracción logró internarse y evitar las bombas que expulsan el dox de la membrana celular, hasta alcanzar el núcleo. Ferrari dice en este punto que su equipo no está seguro exactamente del por qué las bolas cargadas de dox son transportadas hacia el núcleo, aunque esto es exactamente lo que querían lograr.

¿Y qué pasó con los ratones? Por lo que puedo leer, hasta el 50% de los roedores que portaban cáncer, respondieron al tratamiento y no mostraron señales de tumores metastásicos 8 semanas más tarde, lo que en escala humana equivale a un período libre de cáncer de 24 años. ¡Sin duda muy esperanzador! Aunque conviene recordar que los resultados con ratones no siempre son extrapolables a humanos, y que falta un largo proceso de pruebas intermedias hasta que veamos ensayos con humanos en marcha.

Me enteré leyendo Science.



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