El hombre de la foto, que posa orgulloso junto a una maqueta de un módulo lunar hecha por él, se llamaba Eugene Shoemaker (que siendo lo mismo, parece sonar mejor que llamarse Eugenio Zapatero). Bromas aparte, su verdadero apellido te sonará y es que en 1994 hubo un cometa que se estrelló contra Júpiter con al menos la mitad de su nombre honrándole – la otra mitad honraba a David Levy – ya que ambos lo habían codescubierto justo un año antes. Pero el bueno de Eugene, que en realidad era geólogo, no fue simplemente el codescubridor del cometa Shoemaker_Levy 9, sino que además se le recuerda por ser uno de los padres de un campo científico novedoso y fascinante: las ciencias planetarias.
Shoemaker fue un experto en cráteres, y pasó muchos años viajando por el mundo estudiándolos, de hecho en 1997 falleció desgraciadamente en un accidente de tráfico en Australia mientras estudiaba el cráter de un meteorito. A comienzos de la década de 1960 fundó el Programa de Investigación en Astrogeología cuando trabajaba para el Servicio Geológico de los Estados Unidos. Además, fue el encargado de adiestrar a los astronautas del Programa Apolo para que supieran qué clase de rocas podrían encontrarse en la superficie de la luna.
Sin embargo si hoy os hablo de él es porque – hasta el momento – Eugene Shoemaker es el único ser humano cuyos restos reposan en la luna… al menos parcialmente.
Bien, al parecer parte de las cenizas de este aventurero geólogo que quiso ser astronauta, aunque la NASA ignoró su solicitud por problemas médicos, consiguieron ir a parar a la sonda orbital de la NASA “Lunar Prospector” (lanzada en enero de 1998) gracias a la mediación de la empresa funeraria-espacial Celestis. Esta compañía aprovecha los huecos de carga que pueden aparecer en los diseños de los satélites de comunicaciones que van a ser lanzados al espacio, para rellenarlos con las cenizas de sus clientes fallecidos, todos ellas personas cuyo sueño fue abandonar alguna vez la Tierra.
En el caso de Eugene Shoemaker, dado su renombre y en homenaje a sus históricas colaboraciones con la NASA, la compañía logró que la agencia espacial estadounidense admitiese a bordo del Lunar Prospector una pequeña cápsula de policarbonato conteniendo cenizas funerarias del geólogo. La cápsula, facilitada por Celestis, había sido envuelta en una lámina de latón en la que se había grabado con láser su nombre, fecha de nacimiento y muerte sobre una imagen del cometa Hale-Bopp. Además, se grabó una imagen del cráter de un meteorito de Arizona en la que entrenó a los astronautas de las misiones Apolo, y una cita de Romeo y Julieta de Shakespeare.
Pero si la sonda era una orbitadora ¿cómo fueron a parar los restos de Shoemaker a la luna? podríais preguntaros. Bien, cuando el Lunar Prospector concluyó su misión el 31 de julio de 1999, la NASA hizo chocar a la nave contra la superficie lunar de forma deliberada, llevándose con ella las cenizas del ilustre científico.
En vida no logró ser astronauta, pero sin duda ha conseguido que su lugar de reposo final sea una de las visiones más bellas que encontramos los humanos cuando alzamos la vista al cielo nocturno.
PD. Por si no lo sabíais, haciéndole compañía a los restos de Shoemaker existe una foto familiar sobre la superficie de la luna.
Me enteré leyendo AtlasObscura.
Interesante esl post, desconocía que hubieran hecho chocar de forma deliberada.
La foto del hombre, que posa orgulloso junto a una maqueta de un módulo lunar hecha por él, está invertida en espejo (izquierda – derecha).
Saludos.
Buena vista tienes
Salu2
Gracias por este post, me encantó, y excepto lo del cometa Shoemaker – Levy, desconocía casi todo lo demás.
se han puesto a pensar que no es un gasto definitivo? saben cuanto se gastaría en ir a ponerles flores cada 2 de noviembre?