Kit de enema de tabaco, el equivalente del S.XVIII al desfibrilador

Por , el 2 diciembre, 2015. Categoría(s): Curiosidades ✎ 1

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Rápido, la perdemos, hay que actuar con premura. Una persona se ha caído al agua y se ha ahogado. Por suerte aún podemos reanimarla. Lo primero que hay que hacer es bajarle los pantalones. Luego hay que insertarle este tubo por el ano. Tras eso, hay que encender un cigarro y bombear el humo «culo adentro».

¿Sorprendido no? Pues algo parecido a este texto podía leerse en los tratados de medicina británicos del siglo XVIII, ya que entonces se pensaba que era posible revivir a una persona que hubiera dejado de respirar si se le hacía pasar un flujo de humo de tabaco a través de su recto. Por tanto, un kit de emergencia de enemas como el que aparece en la foto, seria el equivalente al desfribrilador de nuestros días.

Según escribe Ella Morton en la web Atlas Obscura:

Faltaban varios siglos para que la resucitación cardiopulmonar fuera una maniobra médica de uso común. En lugar de comprimir repetidamente el pecho del ahogado para reactivar su corazón, y hacerle el boca a boca (una práctica que el eminente doctor británico William Hunter consideraba «vulgar» en 1776), los equipos de rescate aplicaban una serie de métodos dudosos para intentar reanimar a quienes tenían los pulmones inundados. Entre los favoritas estaban: frotar la piel del ahogado para que entrase en calor, inflar los pulmones a través de un tubo insertado en su tráquea o el siempre ‘útil’ sangrado. Sin embargo, de entre todas las técnicas de reanimación la más creativa era la de la insuflación rectal de tabaco, que consistía en insertar humo de tabaco en los intestinos de la persona inconsciente empleando un fuelle y un tubo insertado al ano.

Lo peor de todo es que de tanto en tanto el proceso funcionaba. De hecho, la revista médica The Lancet, recrea una historia sucedida en 1746 en la que puede leerse:

La esposa de un hombre fue recuperada del agua aparentemente muerta. Tras discutir una serie de consejos muy conflictivos, un marinero que pasaba por allí ofreció su pipa y encargó al marido que insertara la boquilla en el recto de su esposa, que cubriera el hornillo de la misma con una pieza de papel agujereado y que soplara fuerte. Milagrosamente la mujer resucitó.

¡Y todavía dirán que el tabaco es malo! 😉
Me enteré leyendo Neatorama.



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