De todos los retos a los que se enfrentarán los astronautas que viajen a Marte, el de la cocina no parece particularmente importante. Pero la embriagadora satisfacción de ir a donde nadie ha estado jamás, no impedirá que una dieta a base de puré de proteinas envuelto en papel de alumunio se les haga un poquito tediosa.

Michelle Perchonok, responsable del Proyecto de Tecnología Avanzada en Alimentos del Centro Espacial Johnson de la NASA, intenta crear alimentos sabrosos, nutricionalmente equilibrados, que se mantengan frescos durante cinco años, y capaces de conservar su sabor cuando entren en contacto con la radiación solar. No parece sencillo.

La misión a Marte podría estar a la vuelta de la esquina, tal vez para el año 2024. Eso no nos deja mucho tiempo para probar recetas cocinadas hace cinco años. De modo que Perchonok emplea tests de conservación acelerados para ver cual de los 13 platos del menú típico de la Estación Espacial Internacional es el más longevo. Así que la señora Perchonok almacena paquetes de comida termoestabilizada a tres temperaturas diferentes (4,4º, 22,2º y 35ºC) en máquinas que recuerdan a un refrigerador. Cuanto mayor es la temperatura, más se acelera el test de conservación. Cada cuatro meses, más o menos, sirve alguno de los platos «envejecidos» a algunos voluntarios, reclutados entre el personal del Centro Johnson, para que evalúen su sabor.

¿Los resultados? El ruibarbo en salsa de manzana solo superó con éxito la marca de los 24 meses. Hasta el momento, el pudding de pan termoestabilizado, el pastel de albaricoque, y las chuletas de cerdo a la parrilla son los únicos «platos» del menú capaces de envejecer cinco años y seguir sabiendo bien.

Mmmm. Chuletas de cerdo.

Y se me ha ocurrido que esta es una interesante variación sobre la vieja pregunta de la isla desierta: si fueras a pasar varios años en el espacio, y pudieras llevarte cualquier clase de comida ¿cuál te llevarías?

Traducido de What Will We Eat When We Get to Mars?