Ramanujan, el hombre que tenía ‘intimidad’ con los números

Por , el 12 abril, 2022. Categoría(s): Educación/Opinión ✎ 1
Srinivasa Ramanujan

Cualquiera que tenga relación con las tecnologías de la información (IT) sabe que existe un país en el que el potencial humano en la materia es extraordinario: la India. No sé si será muy científico generalizar de esta manera con las supuestas cualidades que se asocian con ciertas etnias, pero lo cierto es que llevamos siglos oyendo cosas como que los judíos tienen un “olfato” especial para los negocios, o que los rusos nacen con una gran «sensibilidad» para el ajedrez. Realidad o no, el tema ha dado hasta para chistes. Ahí está el clásico de las cinco nacionalidades. «En el cielo la policía es británica, los chefs italianos, los mecánicos alemanes, los amantes franceses y los suizos son los que lo organizan todo. En el infierno la policía es alemana, los chefs británicos, los mecánicos franceses, los amantes suizos y todo lo organizan los italianos”.

En fin, que me voy por las cerros de Úbeda. Volvamos con los indios y su supuesta facilidad para manejar información matemática. Si tuviera que elegir un momento en mi vida en el que comencé a pensar que los habitantes de la ex-perla del imperio británico rozaban la excelencia numérica fue con mis primeras lecturas sobre la vida de Srinivasa Ramanujan, el prodigioso matemático autodidacta indio que a pesar de sus problemas de salud y su corta vida (vivió solo 32 años, entre 1887 y 1920) logró asombrar al mundo con su talento.

Cuando en 1913 escribió una carta al profesor de la Universidad de Cambridge Godfrey H. Hardy hablándole de algunos de sus hallazgos, este quedó tan maravillado que lo invitó a visitar la afamada institución. Un año más tarde obtenía una especie de doctorado, pero al finalizar la primera guerra mundial y debido a su precaria salud, regresó a la India. Se cuenta que durante sus últimos y penosos años de vida, el protector de Ramanujan en Cambridge acudió a visitarlo a Kumbakonam. El profesor Hardy se acercó al lecho del enfermo y para romper el hielo le contó que acababa de llegar al hospital en un taxi con un número que parecía bastante ordinario: el “1729”.

Acto seguido el genio indio le respondió que el número no era ordinario en absoluto, y que de hecho era el número más pequeño que puede expresarse como la suma de dos cubos diferentes, en dos formas distintas. Efectivamente 1729 es la suma de 9^3  + 10^3 (729 + 1000 = 1729) y también es la suma de 1^3 + 12^3 +  (1 + 1728 = 1729).

Número de Ramanujan-Hardy

El británico no pudo sino maravillarse ante el grado de intimidad que Ramanujan mostraba con los números.

Obviamente este hallazgo no es ni de lejos lo más interesante que le debemos a Ramanujan, un hombre que – como buen autodidacta – deja mucha oscuridad tras de sí al respecto de las técnicas en las que basó su razonamiento (que intuimos debieron ser principalmente desarrolladas de forma personal). En cuanto a la dificultad extrema que tiene la trazabilidad de sus ideas, pensemos por ejemplo que debido al precio del papel en su India natal por aquellos años, nuestro protagonista trabajaba principalmente con pizarra y tiza. En papel apenas dejó tres cuadernos manuscritos en los que se limitaba a enunciar sus hallazgos, dejando las demostraciones “para la pizarra”. ¡Lo que darían algunos hoy en día por haberle echado un vistazo a aquellas efímeras anotaciones!

En su honor, el día de su nacimiento (22 de diciembre) ha sido declarado en su India natal  como “día nacional de las matemáticas”.

PD. La anécdota del taxi es sobradamente conocida en nuestros días gracias (entre otras cosas) a la biografía que del genio asiático publicó en 1991 Robert Kanigel, titulada «The Man Who Knew Infinity: A Life of the Genius Ramanujan«, de la que por cierto me temo que no hay edición en español. Como consuelo nos queda la película homónima, estrenada en 2015 y basada en dicho libro.



1 Comentario

  1. Recuerdo que conoci de su historia de una manera no ortodoxa: ¡por un capitulo de Ancient Aliens!, sorpresa para mi que mucha de la informacion era tal cual y que algo de su inspiracion vino de «sus sueños», saludos.

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