Locas conspiraciones que resultaron ser reales

Por , el 6 julio, 2016. Categoría(s): Curiosidades ✎ 1

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Los que amamos y defendemos la ciencia, estamos acostumbrados a lidiar con esa otra clase de gente que se pirra por las conspiraciones. A la mínima te sueltan que las farmaceúticas no están interesadas en curar el cáncer porque ganan mucho más vendiéndote remedios que no funcionan a precio de oro. También desconfían de forma crónica de los gobiernos, que almacenan tecnología extraterrestre en hangares secretos o que roban niños por las noches para hacer experimentos científicos malvados a costa del contribuyente, pero de espaldas a él.

Bien, pues resulta que en contadas ocasiones, estas leyendas urbanas son ciertas o al menos están basadas en hechos reales. Eso fue lo que pasó con la poderosa farmaceútica germana Bayer, quien producía un medicamento para tratar la hemofilia que facilitaba la transmisión del SIDA. Cuando se descubrió este temible efecto secundario en occidente, se supone que Bayer debería haber destruido su stock, pero en lugar de hacer eso envió las remesas restantes (con un precio rebajado), a países de América Latina y Asia. Aquello provocó al menos un centenar de contagios del HIV en Hong Kong y Taiwan.

Sin embargo la historia conspirativa con base real que más ha llamado mi atención hoy, al leer un ameno artículo en Cracked que recoge cinco de estas rarezas, es la relacionada con el robo de bebés en Estados Unidos. Le debemos esta macabra (aunque científicamente efectiva) leyenda al doctor Willard Libby (foto superior), quien en la década de los 50 deseaba estudiar: “la absorción de estroncio-90 en los tejidos humanos, principalmente en los huesos”.

Como a los humanos vivos no nos hace mucha gracia que se nos arranquen los huesos para investigar con ellos, Libby decidió que lo mejor era realizar su estudio con cadáveres, de modo que alrededor de 1955 inició un proyecto de recolección de cuerpos de bebés al que llamó «Proyecto Brillo Solar» (Project Sunshine), destinado a recabar pruebas sobre los niveles de este isótopo radioactivo presentes en nuestro cuerpo, y formados a raíz de las numerosas pruebas nucleares realizadas por todo el planeta.

Entre 1957 y 1978, Libby realizó para el gobierno de su país pruebas secretas con cadáveres de bebés recientemente fallecidos, enviando muestras para análisis (obtenidas sin consentimiento paterno) a laboratorios del Reino Unido y de los propios Estados Unidos. En muchas ocasiones las muestras de cadáveres infantiles se obtenían en países donde había «menos control». ¿El resultado? En 1960 el doctor fue galardonado con el Premio Nóbel de química.

A ver si va a resultar que los Illuminati viven entre nosotros…

Me enteré leyendo Cracked.com.



1 Comentario

  1. Los conspiranoicos desconfían de los gobiernos. Y esto pone de manifiesto su irracionalidad.

    En un mundo que ha conocido la matanza de las fosas de Katyn, las purgas de Stalin, los desaparecidos de la dictadura argentina, el Watergate, el Irangate, el proyecto MK-ULTRA, el GAL, la corrupción política, etc. desconfiar de los gobiernos es algo irracional y paranoico.

    Desconfiar de los gobiernos sería razonable si alguna vez hubiesen hecho algo malo. Pero ese no es el caso.

    La confianza absoluta e incondicional en los gobiernos es, además de la única opción razonable, la única garantía de salud mental.

    Cuando un gobierno desconfía de los ciudadanos, es prudencia. Cuando un ciudadano desconfía del gobierno, es paranoia.

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Por maikelnai, publicado el 6 julio, 2016
Categoría(s): Curiosidades