Milpiés y lémures, una historia de adicción animal

Por , el 23 octubre, 2014. Categoría(s): Bichos ✎ 1

Hace unos años bromeaba yo en este post con los colocones que los gatos se pillan comiendo nébeda. Sin duda, los mininos son unos aprendices en comparación con los lemures, esos elegantes primates exclusivos de Madagascar que pasan de las drogas blandas y le dan directamente al ácido.

Como podéis ver por el extracto del vídeo de National Geographic que os incluyo, a los lémures les gusta estimular con mordisquitos a cierta especie de milpies arborícola venenoso (milpiés de patas rojas africano), para que segregue sustancias químicas repelentes (toxinas corrosivas) ricas en ácido cianhídrido. Estas sustancias son útiles para que el milpies repela a enemigos de su tamaño, y el lémur lo sabe. Por ello, se frota el pelaje con el invertebrado, para que de ese modo los compuestos químicos que exuda le sirvan de insecticida natural. ¡Todo un repelente gratis para mosquitos y garrapatas!

¿El problema? Entre esas sustancias se encuentra el cianuro, que ejerce todo su efecto tóxico sobre el lémur, o si lo preferís, le hace pillarse un colocón de muy señor mío. Esto parece haber generado una especie de adicción entre los lémures, que buscan desesperados más y más milpiés con los que frotarse y embriagarse, hasta que prácticamente no pueden más.

Tranquilos, muchos milpiés sobreviven a la experiencia, por lo que no faltarán «camellos» para que los lémures sigan usando su particular insecticida-anfetamínico. ¿Estará así de loco el rey Julien de tanto mordisquear milpiés?



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