Lord Byron, historia de un Café

Por , el 21 diciembre, 2009. Categoría(s): Personal ✎ 23


Sábado, veintiuno de diciembre de 1991, solsticio de invierno, una buena fecha para abrir un bar. Si al día siguiente a uno le cae un pico en el sorteo de navidad, se cierra y santas pascuas. Pero no fue así desafortunadamente para el chaval que emprendía la aventura, al que seguramente le habrían venido de perlas los millones. No fue así, por fortuna para todos los demás.

Aquel día los periódicos hablaban de Alan Greenspan (responsable de la Reserva Federal en tiempos de Bush padre y hasta hace casi dos días) que rebajó el precio del dinero en USA al 3,5% para frenar una recesión de pacotilla si la comparamos con la de ahora. Juan Pablo II recibía a Boris Yeltsin y el presidente del Barça, el señor Núñez, decía que se llevaba estupendamente con el técnico, Johan Cruyf, quien por cierto meses después se traería la primera ‘Orejona’ para la ciudad condal.

Pero centrémonos en aquel chaval. Naciendo el 28 de agosto en Avilés, el destino indica que existen más de un 78% de posibilidades de que te llamen Agustín (patrono de la villa). Si además de Agustín te apellidas Gutierrez, el destino indica que las probabilidades de que alguien abrevie llamándote Guti son del 84%. Y así fue, en Guti se quedó, nada de Osvaldo Christiansen Le Corbusier, o algo similar, lamento decepcionaros.

Yo a Guti le conocí en el «insti». No fuimos nunca a la misma clase en el I.E.S. Carreño Miranda, pero Guti era un tío popular porque tenía un curro de lo más socorrido. Trabajaba en Video Tron, un videoclub que entonces existía en la calle Cabruñana. Si digo que su trabajo era socorrido es porque en aquellos años en los que la web (que acababa de nacer de la mano de Tim Berners-Lee) era aún un concepto desconocido para las masas, para cualquier adolescente virgen, onanista y menor de edad, era imprescindible acceder a los videoclubs – al precio que fuera – para poder alquilarse la primera película porno. Las mujeres se sorprenderán, pero este acto – y acudir a una farmacia a comprar condones – era un rito de iniciación a la edad adulta prácticamente obligatorio para cualquier «guaje» de 2º de BUP.

Pero volvamos con Guti por un quítame allá esas pajas. En mi vida este chaval podría haber sido simplemente el aprendiz de Tarantino que me hizo conocer a Andrew Blake en VHS, pero el destino quiso que además de eso, abriera un bar al que llamó Lord Byron por la intercesión de un socio que le duró apenas 8 meses. Su bar, mi bar, EL bar, se hizo conocido enseguida por su variada tabla de cachis (jarras de 1 litro) a 500 pesetas. Entre «la carta» recuerdo el Agua de Valencia, la tradicional Cerveza con Whisky, unas extrañas combinaciones bioluminiscentes que se llamaban Gominolas, y un atentado contra la salud pública llamado Pantera Rosa que incluía leche y granadina en su composición.

Hoy en día le daría antes un trago a un cóctel molotov, pero entonces era joven e inexperto. El caso es que afortunadamente el bar, y yo, sobrevivimos a aquella etapa transitoria de potingues que hoy resultarían letales para cualquier organismo pluricelular. Al año siguiente de la inaguración del Byron, Avilés recuperaba el teatro Palacio Valdés, abandonado ruinosamente durante décadas. Así que la farándula del espectáculo llegó al bar, y Guti – avispado como pocos – cambió los cócteles radioactivos por el vino de Rioja y una surtida carta de cervezas internacionales.

El Byron se reinventó y se nos hizo serio. ¡Y qué bien le ha ido el cambio al jodío de Guti!

No tengo ni idea de las horas que habré pasado yo en ese bar con mi chica de ojos verdes y tristes. Recuerdo el rebote que se pilló cuando un guardia que cortaba la calle no nos dejaba pasar porque el Príncipe de Asturias estaba presidiendo no se qué acto en el teatro. Hasta se llegó a encarar con él, que parecía mirarla como diciendo: «Si yo te entiendo chiquilla, pero a mi me pagan por esto». Ella y yo rompimos hace un millón de años, pero todos aquellos cafés compartidos en el Byron siguen en mi memoria, y confío que también en la suya.

Cada día en el Café era una sorpresa. Uno se podía encontrar con un cooperante recién llegado de Guatemala exponiendo diapositivas de su experiencia; con una mesa literaria que terminó por irse a hacer puñetas por culpa del exceso de protagonismo de algunos y la beligerancia de los que no querían ser sometidos; con cuenta cuentos; con conciertos «unplugged»; con discusiones políticas (IU era casi siempre el nexo de unión); con concursos deportivos en los que te podías llevar una porra potente si acertabas el podio del Tour de Francia (yo mismo hice el programa que controlaba las puntuaciones); o con conversaciones sobre Ópera (me agencié la entrada para mi primera Tosca en el Campoamor gracias a Pedro «el kioskero del parche»). Cualquier cosa que tuviera que ver con mundos que arreglar y con universos ficiticios (sin porros, que allí Guti nunca dejó fumar) se lo podía encontrar uno en el número 1 de la calle Palacio Valdés.

¿Cómo no le voy a tener cariño a este local que hoy cumple 18 añazos? Ahora, de sus paredes cuelgan decenas de carteles teatrales, recuerdos, fotos, autógrafos, programas… se nos ha hecho mayor de edad como quien no quiere la cosa, pero entonces – entre mis 20 y mis 28 años – aquel bar era el centro bohemio de mi existencia, el único lugar en el que poder caerse «vivo». En el lord Byron se hablaba de cine y de teatro, y si había que participar en un cortometraje, se hacía. Hasta festivales de cortos como La Ventana Indiscreta se llegaron a fraguar entre sus muros. Yo mismo aparecí en los créditos de un «ente» llamado Gin & Toni, en el que mostraba mi oronda silueta mientras bailaba de perfil – con una pistola de juguete en la mano – imitando a las tías güenas de las pelís de James Bond. (Espero que aquel esperpento se haya quemado en algún incendio incruento).

Pero pongámonos serios. El Lord Byron sigue siendo a día de hoy un lugar mágico y único en el que es absolutamente normal encontrarse con cualquier actor que se te venga a la cabeza.

– ¿Ese de ahí no es José Sacristan?
– ¿Oye, el que está poniendo cañas no es Juan Echanove?
– ¡Tío, pero si esta tipa es Carmen Maché, la de Aída!
– ¡Guti, que dice Verónica Forqué que le pongas un café en la terraza!

Cuando todos estos monstruos acuden a Avilés, ya saben donde tienen su casa.

Antes de ayer, mientras cenábamos unas deliciosas tostas en el bar revisitado, Pedro (que ya no es «el kioskero» sino un «creativo de la cocina») me comentaba que Avilés se ha convertido en un centro «experimental» importante a nivel de estrenos teatrales. «Muchas compañías nacionales vienen al Palacio Valdés a medir la reacción del público a su obra, si sale bien aquí saben que triunfará en todo el país», decía Pedro. Es curioso, pero este efecto – aunque a nivel electoral – se da por bueno cada vez que llegan las elecciones generales. Al final va a resultar que Avilés es un modelo perfecto a escala de este complejo país nuestro.

El bar tiene un presente y un futuro halagüeño, pero para mi sentarme en sus mesas es retroceder casi dos décadas de mi vida. Recuerdo la deliciosa tortilla de patatas que Marisa – la madre de Guti – hacía cada día. Los trabajadores de la zona miraban sus relojes esperando el momento en que salía humeante de los fogones. Aquella amalgama de huevo y patata era capaz de transformar místicamente un simple bollo de pan, en una delicatessen merecedora de una estrella Michelin. ¡Cuantos kilos de más le «debo» yo a esa señora! Ahora como digo, Pedro la sustituye muy dignamente. Doy fe que la tortilla sigue siendo deliciosa, pero las tostas (que a 1,20 € la unidad son un auténtico chollo) simplemente quitan el sentido. Mi mujer y yo nos chupamos los dedos especialmente con las de crema de espinacas.

Lo cierto es que últimamente paso muy poco por allí, pero mira por donde el Facebook ha vuelto a unir nuestras vidas, por lo que ahora Guti puede echarme la bronca virtualmente en cuanto espacio demasiado las visitas. No obstante, cada vez que regreso por la zona vuelvo a sentirme como en casa. En cada reencuentro, ambos cumplimos con el obligado ritual de preguntarnos por los que entonces se dejaban caer. ¿Cómo les irá la vida a Willy, Washington, Burky, Ramón, Pili y Troski, Jorge Jaúregui, Rosa y Eva de Ápice, don Vito, María Jose y Armando, Fernando y Carmen, Ani y su hermano Jose, Paula la camarera, etc.? A muchos de ellos, que ya no son pareja, la vida les ha llevado a otras ciudades.

Aunque no lo sepan, todos ellos han quedado atrapados en el ambar de mis recuerdos. Son parte de la historia de un bar, mi bar, EL bar, que nos tocó a todos el corazón. Un lugar maravilloso en el que fuimos realmente felices y que tal día como hoy – hace ya 18 años – abrió sus puertas por primera vez.

¿Qué queréis que os diga? Deseo fervientemente que este templo sobreviva al menos otros dieciocho años más. Y seguramente así será, a no ser que mañana a Guti le toque ese décimo que se le resiste desde hace tantos años.

Hay más fotos de la cena del sábado 19-12-09 en este album de Flickr. (Nota: las fotos 1 y 3 de este post me las ha facilitado Guti).



23 Comentarios

  1. Un millón de gracias por el post, es de esos que le levantan la moral a uno en un día tan negro (me acaban de anunciar que curro en mis vacaciones de Navidad). Un cordial saludo de un jiennense en Córdoba.

  2. Hace 18 años iba con mis amigas y mis novietes a bajarme esos míticos cachis de pantera rosa, ahora voy a tomar el café con mi marido; pero sigo estando igual de agusto en el Byron. Felicidades, Guti. Y a ti, maikel, gracias por este post tan merecido.

  3. Quién nos iba a decir que aquel primer antro llamado «Burbujas» (halla por el año 1988-1989) se acabara convirtiendo en uno de los mejores rincones de la ciudad.
    ¡Qué de recuerdos!
    Gracias Miakel.

  4. Asi es la vida Mikel, nos,tambien preguntamos por ti y seguimos de una manera callada,soterrada, tomando ese cafe casi diariamente en espera que dentro de………..años podamos continuar celebrando,las bodas de plata?? oro???…

  5. Hoy vi el reportaje de la Voz de Avilés. Felicidades y enhorabuena por el bar, que ya forma parte de la Villa para gente que, como yo, hace 18 años apenas sabíamos hablar.

    1. zorionak guti ,que lo haces genial ,y si te toca la loteria espero que no sea mucho para que no te de por cerrar y nos dejes a las chic@s de los viernes a las 6 sentados en los bancos de la calle esperando ese cafe ,un saludo

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Por maikelnai, publicado el 21 diciembre, 2009
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