Despertando al mundo de la mano de Edward Weston

Por , el 28 noviembre, 2009. Categoría(s): Personal ✎ 33

Era una tarde de invierno de 1981, yo tenía 10 años y ya entonces una enorme curiosidad. Mi casa estaba llena de libros de arte merced a la aficción pictórica de mi madre, una asidua a las librerías. Cada vez que alguno de sus amigos visitaba alguna gran ciudad europea, mi madre hacía sus encargos. Libros sobre Bacon en inglés, colecciones sobre impresionismo en francés, un catálogo de la primera edición de ARCO en Madrid, etc. Lo último en llegar a casa fueron dos números de la revista fotográfica francesa ZOOM, una publicación de gran formato, papel couché de calidad, e impresionantes fotografías en blanco y negro de autores de vanguardia y consagrados.

Supongo que mi madre guardó las revistas en lo más alto de la estantería deduciendo que aquel material no era apto para todos los públicos. No obstante yo siempre he dominado el arte de apilar taburetes, así que cuando tuve oportunidad me las apañé para bajarlas. Recuerdo haberlas colocado sobre la mesa de la sala de estar muerto de curiosidad (mi madre siempre me dejaba ojear sus libros ¿por qué aquellos no?) y empezar a examinarlas con sumo interés. Pasaba las hojas lentamente, disfrutando de aquellas piezas artísticas. Había paisajes, retratos de estudio, fotografías en blanco y negro tomadas en Tokyo, y demás imágenes más o menos impactantes. Casi al final de una de aquellas revistas llegué a un apartado dedicado a Edward Weston, considerado hoy en día como el fotógrafo estadounidense más influyente del siglo XX.

Ajeno a lo que se me venía encima, pasé una hoja más y me topé – más bien impacté – con el desnudo que podéis ver arriba, un retrato tomado por Weston en Ciudad de México a su aprendiz y amante italiana Tina Modotti en el año 1924. Las pupilas se me debieron dilatar como platos soperos mientras la boca se me secaba como la piel de un varano africano. El corazón quería escapárseme del pecho y yo no sabía muy bien por qué. La conmoción en mi inocente mente infantil fue tremenda, pero tuve muy clara una cosa… aquella embriagadora sensación había que compartirla.

Era la primera vez que veía a una mujer hecha y derecha en cueros. La belleza y curvatura de las formas femeninas y la visión de aquel hirsuto pubis me dejó fascinado. Recuerdo haber recorrido deleitado cada rincón de la anatomía de la modelo, mientras la conciencia me remordía por estar vislumbrando algo prohibido. Quería dejar de mirar aquella antigua foto, pero en lugar de cerrar la revista y volver a colocarla en lo alto del estante, me dediqué a girarla en todos los ángulos posibles. El instante me pareció un siglo, cada 30 segundos me asomaba a la puerta de la sala temiendo que mis padres se acercaran, y finalmente no pude más… arranqué la hoja, la guardé en mi cartera escolar y las revistas volvieron a su sitio.

El día después, un frío lunes invernal, fui el rey del recreo. Los niños de quinto de EGB acudían al rincón del patio en el que me escondí como moscas atraídas por la miel. Me temo que la discreción no era por aquel entonces una de mis virtudes. Pronto llegaron los de sexto, también los séptimo y hasta los experimentados zagales de octavo alucinados del material que manejaba aquel mocoso. Y tras ellos ¿cómo no? un intrigado director del colegio, que se preguntaba qué era lo que había puesto en tal estado de excitación a todo el alumnado masculino del Colegio Público Sabugo de Avilés. Mi cara cuando vi a don Andrés en la cola de los mirones fue todo un poema.

En su despacho me vine abajo y confesé. Le dije – desesperado por aparentar serenidad – que aquella foto era ni más ni menos que «arte venido de Francia», y que en mi casa teníamos esas cosas «porque mi madre era pintora»… esto último lo dije con una especie de superioridad intelectual. Temí que a aquel fiel representante de la escuela nacional-católica (por lo general un hombre tranquilo) le estallara alguna de las venas del cuello mientras desgranaba para mi una nueva serie de sustantivos desconocidos: indecencia, pornografía, impudicia, obscenidad. Eso si, todos ellos regados con abundancia de adjetivos que ya conocía bien: asqueroso, degenerado, pecaminoso, vergonzoso y demás perlas. Tras los gritos, la calma y ¡oh cielos! la llamada de teléfono a mi madre para que viniera a buscarme. El mundo se me vino encima.

Recuerdo haber esperado en secretaría la llegada de mi madre a una distancia prudencial, y verla entrar en el despacho de don Andrés. Aquello no duró mucho, mi madre salió cabizbaja y sumamente avergonzada. Yo la esperaba afuera sabiendo que aquello no debía hacerle ninguna gracia. Cuando salió guardó en su bolso la lámina de Edward Weston, me miró entre preocupada e indignada y no me dijo nada, no hacía falta. Caminamos en silencio hasta casa y una vez dentro me fui directo a mi habitación. No hubo reproches, no hubo regañinas, no hubo charla prematura sobre sexo con su hijo de 10 años, y yo se lo agradecí profundamente.

Jamás hemos hablado de aquel incidente, de hecho casi había desaparecido en mi subconsciente, sepultado por casi tres décadas de vivencias apiladas. Pero hoy, navegando las insondables aguas de Flickr volví a encontrarme con la turgente desnudez de Tina. Y aquel viejo rubor volvió a asaltarme, menos intensamente ahora, es cierto, aunque aderezado con un valiosísimo barniz de nostalgia infantil.

Llevo todo el día pensando en aquel episodio. Creo que ha llegado el momento de que mi madre y yo tengamos aquella conversación.



33 Comentarios

  1. LOL: Yo en el 81 como que no podía ir al colegio, pero pocos años más tarde sí, pero no me tocó ningún maestro que se llamase Andrés en el colegio, se debió jubilar o marchar al poco. El que sí debía estar en tus años sería el conserje Manolito :).

    1. Pues no solo era el director, sino el tutor de quinto (mi curso). Ya entonces era un hombre de mediana edad, pasaba los 50, así que supongo que es probable que haya muerto. Yo no me olvidaré del él nunca por culpa de este incidente. Al año siguiente me matriculé en el San Fernando, donde aguanté hasta octavo de EGB. 😉

  2. Maikelnai, no se cuantos años tienes aprox. pero por el texto deduxoc que tienes alrededor de los 30. Si tu profesor «solo» pasaba de los 50, hay probabilidades de que hoy por hoy siga con vida.

    Al leer tu historia, he pensado que sería interesante una segunda parte. Quizás podras ir a ver a tu viejo profesor y hablarle de aquel niño que traficaba con «arte francés» en el colegio xDDD

    Muy buena tu historia. Me encanta este tipo de, como decimos en mi pueblo, cuchifletas 😀

  3. Maikel, Maikel. con que traficando con pornografía de niño, ¿eh? 😀

    Preciosa la foto… y la modelo. Sobre todo porque hoy tienen la manía de depilarse, y parecen niñas. Ésta es una mujer de verdad

    1. ¿La manía? Bueno, yo creo que más de una y de dos lo hacen porque a los tíos, en general, nos gusta más…tampoco es plan de decir que es cosa suya ¿no?

      A todo esto, buen post. Recuerdo que yo tenía un sentimiento parecido cuando ojeaba los comics de Robert Crumb que tenía mi padre. No eran aptos para niños, la verdad…

  4. No esperaba encontrarme algo así en un sitio como este.
    Me ha recordado a los mejores posts de GonzoTBA en «El sentido de la vida».
    Excelente artículo, gracias.

  5. Llevo tiempo leyendo tu blog y entrando prácticamente a diario, varias veces, para leer lo más pronto posible tus entradas.

    Pero esto que acabas de hacer… Me tengo que quitar el sombrero ante tal texto, ante tal nostalgia que a veces me entra a mí también (Y eso que «mis diez años» fueron hace idem), y que hace que me sienta feliz y triste al mismo tiempo.

    Asombroso, gracias por compartir tu experiencia. No es por peloteo, ni mucho menos, pero me has alegrado la noche ;D

  6. Al ver en la miniatura de SpeedDial que Maikelnai’s decoraba su nueva entrada con una foto de un desnudo femenino, imagino que ha sido la mezcla entre curiosidad y morbo lo que me ha hecho decir «Tengo que leer la historia de esa foto. Seguro que es una investigadora, o la amante de un investigador, y esta foto causó gran revuelo, y sus teorías fueron atacadas ad hominem por retratarse desnuda…»

    Y sin embargo me encuentro con una historia que, no por ser cotidiana o incluso «familiar», deja de ser interesante. Supongo que es el gran estilo con el que escribes o el tono, ni pudoroso ni lascivo con el que lo cuentas, pero lo que sin duda puedo afirmar es que me encanta leerte. Enhorabuena y gracias por hacernos pasar estos buenos ratos.

  7. Me ha conmovido tu post Maikel, en serio, me ha encantado el modo tan sutil de rememorar esos momentos, parece un cuento, excelente.

    Eso de que midamos el «grado de mujer» por el vello púbico (por no decir una barbaridad como un demonio) me puede parecer razonable, pero lo del vello de la axilas (por no decir los pelos del sobaco) la hace parecer cualquier cosa menos una mujer… en fin, el arte es arte…

  8. Una vez más hay que ponerte un sobresaliente en narrativa.
    Está claro que a medida que la vida va pasando nuestros nostálgicos recuerdos se transforman en maravillosos viajes al pasado en los que, solo con la mente, podemos revivir las emociones más intensas.
    Y qué grandioso poseer episodios como este. Estoy segura de que mientras escribias sentias al mismo tiempo todas y cada una de las emociones que describes.
    Estamos echos de nuestro pasado, no hay duda.

  9. Es una foto y un retrato bellísimo, independientemente de que esté desnuda. Cada curva y cada músculo rezuma salud, juventud, vida. Mola mucho y la crónica aún más. Me parece bonito que la primera idea acerca del sexo aparezca ligada a la belleza ¿no?.
    En otra línea, pienso que todavía existe bastante pudor ligado al desnudo incluso hoy. El año pasado conseguí convencer a una modelo amiga mía e hicimos una sesión en cueros. Salieron las mejores fotos que he sacado nunca. Al principio no sabía que iba a pasar, pero cuando se quitó la ropa me tiré más de 3 horas sacándole fotos y jugando con la iluminación. Y eso que usé una cámara analógica, con carretes en blanco y negro, de los que costaban pasta. Fue alucinante, pero rara vez puedo enseñar esas fotos, por el modo en que son miradas y porque la modelo, amiga mía, no suele estar muy de acuerdo. Una verdadera lástima.

    1. Mira la obra maestra de Weston Almudena:

      http://www.masters-of-fine-art-photography.com/02/artphotogallery/database/weston01.jpg

      Si alguien puede ver pornografía en lugar de arte en esa foto, merece que lo lancen por la borda. Seguramente hay fotos de esas de las que hablas, en las que el efecto artístico sea la única interpretación posible y en las que la modelo sea irreconocible. Y si te decides a enseñarlas y alguien ve en ellas cosas que no son… siente lástima, es una mente podrida.

      Por cierto, imperdible este vídeo sobre el trabajo de Weston:

      http://www.youtube.com/watch?v=vPu1EE4Fm6w

  10. Acabo de hablar con mi madre, que ya ha leído mi crónica. Recuerda las revistas, la foto y a don Andrés, pero ha olvidado por completo el incidente de la visita al despacho. ¡Incréible! Aunque no la culpo, yo casi lo tenía olvidado también.

    Por cierto, le ha gustado mucho 😉

    1. Una piedra, una raiz, una fábrica, un pimiento, un inodoro, una mujer desnuda, unas dunas, una caracola del mar…
      La luz, la mirada, las sensaciones, las formas, deseo contenido, respeto, naturaleza, contemplación, admiración, inocencia, conocimiento.

    2. ¡Qué inteligente tu madre! Su gusto por los libros, por el arte, su capacidad para recordar lo importante, de olvidar lo irrelevante…
      Nunca antes había entrado en tu blog y no he conocido a don Andrés, pero, aunque estamos de vacaciones y no tenemos niñ@s, te escribo desde el Colegio Sabugo de Avilés.
      No sé donde vives, pero a principios de febrero celebraremos el centenario del cole y sería genial que pudieses contar a l@s alumn@s y profes de hoy tu anécdota e incluso mostrarnos algunas de las fotos y revistas que coleccionaba tu madre.
      Espero que las cosas sean diferentes ahora…
      Por cierto, ¿No tendrás alguna foto en el cole?
      Un saludo

  11. Muy interesante y ameno tu relato. Mientras lo leia se me venian a la mente cuando yo descubri por primera vez fotos asi. Fue con una Playboy, que vendian, al por mayor, en una tienda de puras revistas, justo al frente del colegio. Tendria 11-12 anhos quizas… y esa foto a toda pagina a color, en papel couche’, de un pubis gringo, aun ronda mis recuerdos, jaja.
    Saludos

  12. excelente post y saludos desde México. Efectivamente muy bien narrado y al mismo tiempo logra su cometido: atrae la entrada por morbo y nos hace recordar a muchos como «perdimos» la «virginidad» mental. Muy bueno.

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Por maikelnai, publicado el 28 noviembre, 2009
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