Exhibicionismo

Por , el 5 julio, 2009. Categoría(s): Educación/Opinión ✎ 23

Como todos los avances que cambian la vida del hombre Internet es un blanco apetecible para los creadores de etiquetas negativas. Esas que a fuerza de repetirse se convierten en estigmas imperecederos. De hecho, a pesar de las infinitas facilidades que la red de redes ha traído a la humanidad, muchos creen que habría que prohibirla. Para estos últimos es un sinónimo de pornografía y robo de propiedad intelectual, una nueva autopista de 8 carriles para uso y disfrute de pederastas, terroristas y asesinos de todo pelaje. ¡Tened cuidado porque el Anticristo podría colarse en vuestras casas a través del cable o el ADSL!

Ciertamente Internet tiene sus riesgos, pero no es intrínsecamente mala. Lo único que sucede es que a medida que más y más personas acceden a esta poderosa herramienta de comunicación, el perfil global de los usuarios se asemeja cada vez más al de la compleja naturaleza del hombre, con sus ángeles y demonios. Y es que como suele suceder, los delincuentes siempre van un paso por delante, lo cual provoca la subsiguiente reacción de los agentes de la ley. ¿Acaso deberíamos prohibir los viajes en avión porque unos locos estrellaron dos aeronaves contra un rascacielos?

Aún recuerdo mis primeros tiempos en internet, cuando necesitabas un modem ruidoso y lento para acceder vía línea telefónica a la entonces pequeña e incipiente red. A través de Infovía uno podía entrar en la web del club de fans de Michael Jackson, iniciar la descarga de la imagen de la carátula de uno de sus discos, ir a merendar, correr medio maratón, ducharse, acudir al fisio y llegar a casa a tiempo para ver como se cargaban los últimos pixels de Thriller. Entonces todos usábamos Yahoo, la palabra blog ni siquiera existía y la mayor diversión del personal consistía en desgastar el teclado en los chats… aquel invento del demonio que tantos divorcios estaba causando (otra de las etiquetas negativas que la red arrastra desde entonces).

Pero el caso es que en aquellos pre-histéricos días, todos teníamos claro que en aquella “cosa nueva” que servía para ligar y para contactar con otros frikis amantes de hobbies minoritarios («amigos del mensaje cifrado colombófilo» por ejemplo) lo más importante era no facilitar nunca el nombre real de uno. Internet era una verdadera jauja, la gente podía ser quien quisiera y tener el aspecto físico con el que soñara; la mayoría sospechábamos del fraude pero nos daba pereza discutirlo «on line». Aprendimos que el carnet de conducir (o más bien navegar) era un simple nickname. De hecho, las malas lenguas sostenían que la mayor concentración de hombres de la red se daban cita en el canal #lesbianas del mIRC-hispano. Y lo mismo se podía decir de los foros; la gente que visitaba a diario su lugar de discusión favorito (pongamos ILoveAnaObregon.com) se cuidaba muy mucho de decir que en la vida real eran serios científicos, todo lo más reconocerían ser biólogos.

Pero luego llegaron las redes sociales y aquella bendita época dorada del anonimato se fue al traste. Los adolescentes se daban de alta en Tuenti con nombres y apellidos, ponían cibermarcas en Google maps señalando el lugar preciso en el que vivían. Colgaban en su Fotolog las fotos del garito en el que bailaban y subían los vídeos de sus fiestas de botellón a Flickr o Youtube. En este preciso instante, hay miles de usuarios de Facebook rellenando algún estúpido test destinado a saber qué animal pega más con su personalidad, con qué personaje de Lost se identifican, si les gusta la tortilla con o sin cebolla, y si su marca blanca favorita es Aliada o Hacendado. Y mientras tanto, las grandes corporaciones (las mismas que terminarán comprando toda esa información autorizada y libre de las incomodidades de la ley de protección de datos) se frotan las manos pensando en lo bien catalogados que tendrán a sus futuros clientes.

Llegará el día en que recibirás súbitamente ofertas irrechazables que te llevarán a comprar compulsivamente, ya que el producto anunciado se ajustará como un guante a tus gustos. Pasado el furor y con la cartera menos llena, habrá quien se sorprenda de las habilidades cognitivas del vendedor y quien se queje amargamente de la falta de intimidad de este “mundo moderno”, pero lo cierto es que tu mismo habrás sido el responsable de facilitar inadvertidamente toda la información que el anunciante necesitaba para hacerte morder el anzuelo. ¿Quién protegerá nuestra identidad?

Hace poco más de una semana, Ícaro Moyano (director de comunicación de Tuenti y periodista de formación) me contó durante el Foro Internet Meeting Point que las redes sociales eran un chollo para los periodistas. Cuando en 1992 desaparecieron las tres niñas de Alcasser, algún reportero tuvo que pasar el mal trago de solicitar fotos de Miriam, Toñi y Desireé a aquellas destrozadas familias, para que los españoles conocieran su rostro. En la actualidad (tal y como hemos visto en el caso de Marta del Castillo) varios canales de TV no tuvieron ningún rubor en entrar en Tuenti y publicar las fotos de los diferentes inculpados e incluso las conversaciones mantenidas entre ellos. ¡Y hablamos de menores de edad!

De acuerdo, finalmente las amenazas de los gestores de la red social surtieron efecto y las páginas webs de esos canales televisivos se vieron obligadas a retirar las fotos de los presuntos implicados, pero lo cierto es que la sensación de indefensión es difícil de erradicar. Y lo mismo ha sucedido ahora con el horrible crimen del fratricida descuartizador de Oviedo (quien para desgracia de Ícaro también era usuario de Tuenti). Poco tiempo ha faltado para que algunos periódicos locales publiquen morbosos extractos de las conversaciones entre la víctima y su verdugo. Y es que la información personal que vertimos en las redes sociales es una tentación demasiado fuerte para cierta clase de periodismo sensacionalista ávido de vender carnaza.

Pero en realidad, yo me pregunto hasta que punto no somos los propios usuarios de estas redes los responsables de este desaguisado. Bastaría simplemente con revisar la configuración de los perfiles elevando los niveles de seguridad (no permitiendo compartir datos, por ejemplo) para que nuestra información íntima no fuera – al menos – tan fácilmente accesible… y es que vivimos en la era del exhibicionismo cibernético.

Si mañana me volviese loco y me plantease asesinar por celos a algún gurú de la red con perfil en Twitter, no tendría mayor problema en localizarle desayunando en su club de golf o comiendo en Casa Lucio. Él mismo se encargaría de decirme – en riguroso directo – la ubicación de la mesa en la que comparte tapas y vino. ¡El sueño de cualquier sicario perezoso!

Y este exhibicionismo digital no es solo propio de veteranos y muy serios profesionales de la red. Como he comentado anteriormente esta costumbre causa estragos entre los más jóvenes, esos mismos que no se atreven a decirle a sus padres con quién hacen botellón, pero que muestran las fotos de sus últimas vacaciones en Mallorca (en bikini si es preciso) a una audiencia potencial de millones de cibernautas.

Estas son las paradojas de la red. Hace un par de meses uno de mis compañeros de trabajo me pidió ayuda para localizar: “una página web que tiene mi hija donde enseña sus fotos y las de sus amigos”. Bastaron dos minutos en Google para localizar el fotolog de la niña. En aquel momento y después de meses de sospecha, el padre pudo por fin descubrir (y poner cara) al flamante novio de su hija adolescente. Y yo me pregunto… ¿estamos locos o qué?

Escribí este artículo el jueves 2 de julio para la edición en papel del diario El Comercio.



23 Comentarios

  1. Yo tenía facebook y tuenti, pero me borré de ambos porque la verdad es que es un latazo leer mensajicos por todos lados.

    Sin embargo gané una vez la fotoviñeta y por desgracia ahí aparecen datos míos, abría que añadirlo a la lista como una especia de twitter 😛

    Hay un par de videos publicitarios muy buenos sobre el tema, aquí les dejo el link:

    http://www.youtube.com/watch?v=xYFO4ZWQSGM

    http://www.youtube.com/watch?v=2CVNB6EBshY&feature=related

  2. Cuanta razón tienes, personalmente estoy en contra de todo tipo de redes sociales donde se puedan ver mis conversaciones o lo que hago. Nunca subo fotos y por supuesto jamás doy mi nombre real, cuando adolescentes deberían aprender algo de eso.

    Actualmente estoy investigando como pedir que retiren todas las fotos mías que han sibido a tuenti sin mi permiso, pero al no tener tuenti, no puedo encontrarlas. Que irónoco eh

  3. Yo creo que la clave la comentas al principio del artículo. Internet o las redes sociales no son malas por definción. Un cuchillo no es el culpable de quein lo porte ni del uso que se le de. Es la educación la que tiene que soportar el peso de mostrar los peligros de Internet como, por ejemplo, debería hacerlo para reducir los accidentes de tráfico entre adolescentes. Es en todo caso, una cosa de una importancia menor si lo comparamos con todo lo grande que nos da internet.

    Carpe Diem

  4. Creo que exageras un palmo. El principal problema de tuenti era (no se si sigue) que tenian al descubierto las imágenes de todo el mundo, vamos que ni ellos mismos protegían a sus usuarios. Eso sin comentar sus últimas andanzas respecto a la posibilidad de pedir el DNI y amenazar a los no usuarios de tuenti en su «licencia de uso».

    Parece que es nuevo el afan de mostrarse a uno mismo ante todo el mundo, pero no es tan nuevo. Vivimos en un pais acostumbrado a alimentarse de cotilleos, a famosos contando su vida por doquier. Los jóvenes simplemente quieren hacer (en su medida) lo que han visto en la tele durante años. Además, con estas herramientas follan más que cuando yo tenía 16 años (0 contra algo). No me parece tan mal. Eso sí, un poco de ojo por parte de los padres no viene mal.

    Chao

    1. Lo que sucede es que la tecnología nos supera, va a un ritmo tan acelerado que no hay tiempo de prever estas cosas que tu planteas, así debemos afrontarlo, sobre todo los que tenemos hijos creciendo y metidos 100% en este caos, tenemos la obligación de estar muy alertas a sus movimientos, cada vez el reto de los padres me parece más difícil por estas dificultades que, por ejemplo, nuestros padres no tuvieron que afrontar. No se trata de tener el Naomi o cualquier otro programa para bloquear páginas x, se trata de que tus hijos confíen en ti y en tu experiencia.
      Un saludo.

  5. La verdad es que yo estaba pensando en postear algo parecido. Ahora ya ¿pa’ qué?. Tu entrada es muy buena, la verdad. Voy a cambiar la configuración de mi perfil en Facebook.

  6. Pues yo no comparto la visión aquí explayada. Creo que la información debería ser libre, hasta la propia. Uno, al cometer un acto, es completamente responsable de lo que ha hecho. Mentir, no decirle a padres sobre novios sombríos, etc, ocultan lo que realmente somos.
    Y es harto claro, nuestros actos nos definen, no nuestras palabras.
    Alguien dijo alguna vez «La verdad os hará libres» (de tanta perorata que hay en ese libro regordete algo bueno se encuentra).
    La emancipación de barreras y miedos sociales es lo que le falta al hombre para ser enteramente libre.
    Espero haberme hecho entender 🙂

    1. Dos cuestiones.
      En primer lugar, debo estar de acuerdo con tu planteamiento, pero con una matización: eso vale si uno es mayor de edad y por lo tanto responsable de sus actos. Pero en el caso de menores… la cosa es más seria; aquí es donde se hace imprescindible el control paterno, lo que falla de manera estrepitosa.
      Y en segundo lugar, hay falta de información. Las webs te sugieren que des todos tus datos, incluído el número que calzas de zapatos, y no queda claro el uso que darán a esa información. El usuario tiene derecho de acceder a la información registrada y, si no está de acuerdo, retirarla, pero con frecuencia ni siquiera sabe que le esiste ese derecho.

    2. Desde mi punto de vista «libertad de expresión» o de cualquier matiz significa el hecho de optar o plantear diversas ALTERNATIVAS sin que éstas sean prohibidas, no que cada uno haga lo que le da la gana, pues si no a tomar por saco la democracia y diversos valores humanos. Es mi interpretación por lo menos.

      No creo que el que exista una información personal de cada individúo accesible traiga consecuencias favorables, por muy bonita que parezca la idea, pues siempre estarán las empresas y grandes corporaciones para sacarle rentabilidad, más que para un buen uso humano. Y recordemos que los que trabajan para esas empresas no son precisamente idiotas… sin embargo si que hay algunas personas no muy bien informadas o que no captan el peligro de que se expongan sus datos libremente. La balanza anda desajustada así que seamos cada uno personalmente responsable de nuestros actos.

  7. Como muy bien comentas, la clave está en la responsabilidad de cada cual como usuario. Internet es cada vez menos un metaverso y cada vez más la vida real. Si cierras la puerta con llave al salir, y lo ves como algo natural, también deberías hacer lo propio cuando actúas en la red…

  8. Como empecé con modem a pedales, allá por el infovía, con varios días necesarios para bajar una canción, si la encontrabas, porque la mula no había sido ni soñada, todavía no se sabía lo que era una tarifa plana ni soñar adsl… Sigo manteniendo los tics de princiio: Nick, privacidad, ni twenty, ni twitter ni facebook, ni contar nada personal, aparte de anecdotas en el blog, en el que no hay ni nombres ni fotos personales ni datos biográficos.
    Debo de seguir siendo un dinosaurio…

  9. > (…) yo me pregunto hasta que punto no somos los propios usuarios de estas redes los responsables de este desaguisado (…)

    Yo no me lo pregunto… lo tengo clarísimo: por supuesto que somos los usuarios los responsables… desde el momento que no leemos las condiciones de uso hasta el que publicamos nuestra vida en internet.

    Es gratis, dicen. Hazte un facebook, un tuenti, un… que no cuesta nada. Perdona, sí que cuesta. Recibes un servicio a cambio de un pedazo (grande o pequeño, según el caso) de tu vida personal que regalas a una empresa (y, a veces, a todo el mundo)

  10. Probablemente lo que nos falta es educación sobre la red. En otros aspectos de la vida, llevamos ya mucho tiempo usándolos, y las normas sociales nos indican claramente cuando si y cuando no debemos dar estos o otros datos. En la red, todo es relativamente nuevo, y aún no tenemos claro, en general, cuales deben ser las reglas. Ni los adultos, ni mucho menos los chavales.
    Supongo que con el tiempo se irán imponiendo prodecimientos habituales para en determinados casos y circunstancias funcionar de determinada manera. Pero, por ahora, pagamos todos la novatada.

  11. si pues yo se de una pagina donde las niñas se dedican a colgar sus cochinadas gracias a eso supe de mi ex pero bueno cada uno es como es y que se escamonde sus palominos no podemos cambiar a los demas solamente aconsejarles de que camino pueden coger si el mini yo te sale rarito mal lo tienes amigo con ponerle barreras al campo

  12. Es muy interesante tu post, Miguel. Por una parte, tenemos la Agencia de Protección de Datos que trabaja para proteger los datos personales y de otro, las propias personas que los hacen públicos hasta el mínimo detalle. Esto en sí es neutro, para mí, pero el problema surge cuando se hace mal uso. Lo de usar fotos de Tuenti como un banco de datos gratuito para la prensa me parece perverso, porque aunque una persona haya colgado ella misma su foto, sigue teniendo sus derechos sobre su propia imagen. Creo, porque tampoco soy experta en derecho. El caso de la mujer del ¿futuro? jefe del M-16 demuestra que no vale tener una educación ni ser mayor de edad para protegerse de imprudencias con las redes sociales. Los adolescentes seguramente serán los más vulnerables, pero vaya, si tienes que buscar en Google para ponerle cara al novio de tu hija es que no sabemos muy bien por dónde vamos.

  13. Muy buen artícuño, de hecho lo colgare en mi sitio de facebook, tuenti, twitter, fotolog, myspace, sonico, hi5, netlog, y demás… Jajaja saludos desde Colombia

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