El camino a la realidad – Roger Penrose

Por , el 29 marzo, 2009. Categoría(s): Libros ✎ 16

«El camino a la realidad«, el libro del físico inglés Roger Penrose que me he leído este mes parcialmente, es la magnífica edición española (un 10 para el traductor Javier García Sanz) del original del año 2004 «The Road to Reality«. Un libro que cubre los conceptos básicos del modelo estándar de la física moderna y en el que el autor – recordemos, un físico matemático de renombre mundial – discute sobre relatividad general y mecánica cuántica, para luego introducirse en la posible unificación de estas dos teorías.

Considero un deber advertir de la densidad de este libro sobre física, la cual lo hace apto solo para verdaderos amantes de la disciplina que busquen algo más que las típicas ideas generales (las famosas metáforas de Hawking de las os hablé en el libro anterior) de una obra de divulgación. De hecho este extenso libro de casi 1.500 páginas, exige que el lector se haga con unos rudimentos de matemática avanzada para ir progresando en su desarrollo, para lo cual el propio autor dedica 16 capítulos completos (unas 525 páginas) con intención de enseñar las matemáticas necesarias que le permitirán entender la obra.

Toda la escala de este «Camino a la realidad» es realmente asombrosa, baste explicar que Penrose le dedicó 8 años de trabajo y que el epílogo dedicado a la bibliografía consultada supera las 50 páginas. Pese a todo esto y a pesar de que el libro tiene un precio elevado (como corresponde a un volumen de estas caracterísitcas y en tapa dura) es sorprendente descubrir que se esté vendiendo bastante bien. Desde que salió al mercado en castellano en el año 2006, la obra va ya por la cuarta edición, lo cual habla bastante a favor del número y el nivel cultural de los aficionados hispanoparlantes a la física.

Como os comentaba anteriormente, el aspecto físico del libro comienza realmente en el episodio 17 dedicado al espaciotiempo. A partir de ahí, la obra se mueve a través de distintos campos relacionados con este, derivando de él las fuerzas clásicas de la electricidad y magnetismo a partir de sus principios; esto es, que si uno vive en un espaciotiempo de un tipo particular, estos campos se desarrollan de forma natural como consecuencia del mismo. Posteriormente, en los capítulos dedicados a la discusión sobre langrangianos y hamiltonianos, comienza a hablarse de las leyes de la energía y su conservación, tras lo cual el libro se introduce en una discusión completa sobre la física cuántica, teoría de partículas y teoría de campo cuántico. El libro le dedica así mismo un capítulo completo al problema de las mediciones en mecánica cuántica, y casi al final de la obra se dedica un capítulo a las supercuerdas, así como a la gravedad de lazos y a la teoría de twistores (esta última, un desarrollo del propio Penrose). El libro concluye en el capítulo 34 (especialmente recomendable y cuyo título da nombre al libro) con una exploración a otras teorías y a posibles evoluciones de estas últimas.

La concepción del libro es verdaderamente original ya que no se limita a hacer un breve resumen histórico del modo en que los científicos fueron creando, a través de sus observaciones, las ecuaciones que explicaban la naturaleza. En lugar de esto el autor revierte el proceso, demostrando primero las matemáticas necesarias para discutir el espaciotiempo en el que parece que vivimos, y explicando que las propiedades – como el electromagnetismo – se forman simplemente a partir de las características del propio espaciotiempo. El autor además no esconde su perspectivas personales y toma partido en las discusiones académicas del momento, lo cual podría ir un poco en contra de la tradicional «corrección política» de las obras de divulgación. De este modo descubrimos que Penrose (un confeso platonista) es bastante escéptico con la teoría de cuerdas (al respecto son muy interesantes sus conclusiones sobre las modas en física), y que prefiere los trabajos de su amigo Lee Smolin en gravedad cuántica de lazos. Al mismo tiempo es optimista sobre su propio desarrollo, la teoría de twistores, y muestra su controvertido y especulativo punto de vista sobre el papel de la consciencia en la física, que según su parecer podría dar lugar a una biofísica cuántica de la mente. (Permitidme recordaros que han sido precisamente las teorías de la mente de Penrose, junto a los trabajos del anestesista Hameroff, los que han popularizado el concepto de mente cuántica).

En fin, un incunable que no debería faltar en las estanterías de cualquier facultad de física y que es preciso leer muy, muy (pero que muy) poquito a poco. De hecho debo confesar que en todo este mes no he podido leer el libro en toda su extensión (apenas una cuarta parte), por lo que he ido leyendo capítulos alternos, completando mis conclusiones con conceptos generales extraidos de otras críticas al libro. Es más, creo que esta obra (como cualquier otra con caracter enciclopédico) no debería ser leída de forma continua, como si de una novela se tratara, sino que su intención es la de ser consultada, degustada y paladeada tras prepararse intelectualmente con ahinco para ello.

Mentiría si no reconociera que las exigencias matemáticas del libro me han superado en buena parte del mismo. El propio autor advierte al lector de este problema en el prólogo del libro, aunque sugiere que se lea de todos modos para intentar captar la belleza de las matemáticas en líneas generales. Penrose ejemplifica esta extraña metodología de lectura, con notas autobiográficas. Según él, cuando era pequeño no soportaba el ajedrez (juego muy apreciado y seguido por el resto de miembros de su familia) y aunque se perdía siguiendo los desarrollos de partidas famosas, le gustaba leer en las publicaciones que llegaban a su casa, la «épica» de esas partidas y los datos biográficos de los jugadores. Eso es lo que Penrose pide a los lectores, que no se sientan intimidados por las omnipresentes ecuaciones, y que enfoquen sus esfuerzos a intuir «la belleza y la magia» del universo que nos rodea y sus matemáticas.

Desde luego, si encontraste serias dificultades conceptuales leyendo los libros divulgativos sobre física de Hawking, no es una buena idea que trates de «rellenar» los vacíos enfrentándote a Penrose. Pero si mañana todo el saber sobre física del planeta fuera a desaparecer, y tuvieras que rescatar un solo libro sobre el que edificar de nuevo una explicación al entramaje natural del universo; si tuvieras que elegir una única obra de «metadivulgación» ambiciosa que sirviera de legado a las generaciones posteriores, este es el libro que te aconsejaría.



16 Comentarios

  1. algún dia podias plantearte escribir tu un libro de divulgación científica (o internautica) porque facilidad para enganchar y transmitir tienes de sobra. Podía ser una recopilación de tus mejores post con algunos comentarios. Sería interesante leerlos en papel. Si algun dia te decides me reservo el primero

  2. Hace tiempo que dejé de ser seguidor de la divulgación científica común debido a la extrema sencillez que le confiere a ciertos temas (relacionados con teorías modernas como la mecánica cuántica), que luego conlleva una desinformación, más que información, de la gente.
    Sin embargo, libros de este estilo si me parecen recomendables. Sobre todo por la sección de matemáticas. No se puede hacer divulgación sobre ciertos temas, por más que alguien lo intente, si no se explican debidamente; y en física avanzada, por desgracia, las matemáticas son algo fundamental.
    Además, 50 € no es un precio excesivo para un libro de 1500 páginas. Creo que me lo acabaré comprando cuando tenga tiempo para leer.

    Además, me alegra saber que Penrose es de mi opinión respecto a la teoría cuántica de lazos 😛

  3. Claro Fooly, pero no todos somos estudiantes de física como tu 😉 Algunos renqueantes informáticos del siglo pasado, que tuvimos nuestros problemas con cálculo numérico en primero, podemos encontrar esta clase de libros como un reto monumental 😉

    Por cierto, que si te hubieras presentado a la fotoviñeta (y hubieras ganado) el libro te habría salido gratis 😉

  4. Yo llevo un mes leyéndolo (más bien releyéndolo, y es que tengo que en cada capítulo tengo que revisar los anteriores varias veces).

    Voy por el capítulo 9 de 34. Como en cada capítulo hay que leer los anteriores (vale, yo no tengo buena memoria, pero es que es denso, denso) calculo que me queda un año, mes más o mes menos.

    Pero me lo estoy pasando bomba. Y como pesa un montón, encima haces bíceps 😉

  5. Rober, la verdad es que me va a costar desprenderme de él. Se lo ha ganado Ro en la última fotoviñeta (sorteo un libro cada mes), pero me encantaría tenerlo en casa y leerlo tranquilamente como estás haciendo tu. En fin, en el futuro tal vez…

  6. Maikelnai, muchos compraríamos un libro tuyo, se podrían estudiar los dos formatos.

    «El camino a la realidad» es un gran compendio de conocimientos. Pero, a pesar de lo que se suele decir, no es divulgación pura y dura. Lo he disfrutado porque sé de qué se habla. Alguien que no conoce bien los formalismos matemáticos, ¿lo entendería igual? El caso es que Penrose pone remedio con ese código de niveles de dificultad, no está mal.

  7. Estoy de acuerdo Eugenio, por eso me he inventado ese palabro al final de la crítica: «metadivulgación». En mi opinión el libro de Penrose es directamente formativo, el término divulgación se le queda corto. De todos modos tu eres licenciado en física y profesor de ciencia en un instituto… tampoco se te puede considerar «un lector medio» 😉

    Y si es cierto aquello que dijo Einstein: «No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicarselo a tu abuela«, debemos concluir que la abuela de Penrose debía ser sumamente inteligente 😉

  8. jejejeje, qué bueno. Es la ¡superabuela!. La verdad es que nunca he estado de acuerdo con la frase de Einstein: no se me ocurre cómo divulgar algunos resultados muy concretos de la cuántica. Incluso el efecto túnel es difícil divulgar.

  9. Suena fascinante este libro, estudio una Maestría en Energía Renovable y una materia que nos dio un profesor alemán era de mecánica cuántica y algunos de sus derivados, sin duda tendré que adquirirlo, aunque me falta tiempo para poder leer.

    No he comentado mucho en tu página pero llevo tiempo visitando y disfrutando de tus posts, me da gusto que sigas escribiendo como siempre Maikelnai.

    Saludos.

  10. Sí es cierto que, en este caso concreto, algunos podemos entender mejor que otros debido a nuestra profesión (los que en un momento estamos en ventaja, en otro podemos estarlo en desventaja. En mi caso, por ejemplo, con la biología avanzada). Sin embargo, a lo que me refería es que algunos divulgadores se pasan simplificando lo que explican, lo cual a veces es un problema, pues desvirtuan los hechos en sí.

  11. Mi recuerdo platónico de Penrose no se ha podido desprender todavía de sus primeros trabajos cincelados matemáticamente, implicado en sus técnicas cruciales, dedicado a imaginar numéricamente las singularidades que dieron en llamar agujeros negros, para cuya aventura, cuando aún no dominaba la interpretación física de la cantidad de movimiernto como fundamento de todo lo observable, abanderó la puesta en macrha de todo un bagaje terminológico matemáticamente ensamblado: censura cósmica, singularidades desnudas, frontera (horizonte de sucesos generado por segmentos geodésicos nulos), superficie atrapada, rayos ortogonales, etcétera, etcétera, etcétera, mientras declaraba la importancia de «un principio», el del famoso big bang, que la «censura cósmica» excluía «porque las cosas salen siempre del big bang y nunca caen en él», pero para cuyo sostenimiento, es decir, para que pudiese quedar a salvo, «automáticamente tenido en cuenta», «bastaría tratar de definir una singularidad desnuda como algo en lo que una curva de género tiempo puede entrar tanto como salir»…

  12. Estoy interesado en trabajar sobre el libro, comentando y buscando aclarar dudas, buscando fuentes para aclarar o ampliar con más detalle determinados apartados.
    Como el libro es tan denso, sería bueno contactar con otras personas con los mismos objetivos.
    En esta dirección está lo poco ue he hecho y lo que conozco
    http://parafernaliasmatematicas.blogspot.com.es/p/el-camino-la-realidad-roger-penrose.html
    Dejando comentarios las personas interesadas pueden contactar

  13. Me lo regalaron mis hijos hace años y lo tuve aparcado algunos años en los que solo leí los primeros 5 capt. Con la jubilación lo he retomado. Es muy difícil de entender ya que no es un libro de estudio clásico ni de física ni de mates. Me gusta de él que no elude el concepto físico que se esconde detrás de una ecuación. A medida que uno avanza en los temas es necesario consultar otros libros específicos sobre los temas de cada capítulo, sea en la parte matemática o en la física. No tiene casi demostraciones, se suelen saltar presentando la fórmula final, y se nota que el Sr. Penrose es matemático, ya que son las propiedades matemáticas de un cierto espacio, las que utiliza con asiduidad.
    Es una muy buena guía para conocer los campos distintos de la física actual. Por cierto hay un pequeño error en la fórmula del momento magnético del capt. 24.7 pag. 835 de la cuarta edición, y en el sumatorio de la seria de 26.7 pag. 901, que debe ser -1/3
    Es mi libro de cabecera según voy avanzando por los temas de la física, tiene dibujos aclaratorios muy útiles, y muy interesante la imagen zig-zag del electrón 25.2, tema en el que los físicos actuales no parecen muy interesados. Hay capítulos que he releído después de completar lecturas más detalladas de otros libros, y entonces se aprecian algunos conceptos más, que antes no me quedaban claros. La mayor dificultad es la matemática si se le pretende sacar todo el jugo que tiene el libro.

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Por maikelnai, publicado el 29 marzo, 2009
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