10 grandes descubrimientos casuales (serendipia)

Por , el 17 julio, 2008. Categoría(s): Clásicos Astroseti ✎ 17

1. Viagra

Los hombres que reciben tratamiento contra la disfunción eréctil deberían saludar a los trabajadores de Merthyr Tydfil, la villa galesa donde en 1992, durante unas pruebas efectuadas con una nueva droga contra la angina de pecho, surgieron los efectos secundarios que desafiaban la gravedad. Previamente esta villa, habitada por clase trabajadora, era conocida por producir un tipo distinto de hierro.

2. LSD

El químico suizo Albert Hofmann se tomó el primer ácido del mundo en 1943, cuando tocó una mica de dietilamida del ácido lisérgico, un compuesto químico en el que estaba investigando para estimular el parto. Más tarde, al tomar una dosis mayor hizo un nuevo descubrimiento: el mal viaje.

3. Rayos-X

Varios científicos del siglo XIX habían jugado con los penetrantes rayos que se emiten cuando los electrones golpean un objetivo metálico. Pero los rayos-x no fueron descubiertos hasta 1895, cuando el intelectual alemán Wilhelm Röntgen probó a colocar varios objetos en frente de la radiación y vio los huesos de su mano proyectados sobre la pared.

4. Penicilina

El científico escocés Alexander Fleming investigaba la gripe en 1928 cuando se dio cuenta de que un moho azul-verdoso había infectado una de sus placas Petri, y había matado a la bacteria staphylococcus que cultivaba en él. Todos recibieron con clamor su descuido en el laboratorio.

5. Endulzante artificial

Hablando de chapuzas en el laboratorio, tres falsos-azúcares han llegado a los labios humanos solo porque los científicos olvidaron lavarse las manos. El ciclamato (1937) y el aspartamo (1965) son subproductos de la investigación médica, y la sacarina (1879) apareció durante un proyecto con derivados de la brea de carbón. Riquísimo.

6. Hornos microondas

Los emisores de microondas (o magnetrones) proveían a los radares aliados en la segunda Guerra mundial. El salto de detectar nazis a calentar nachos llegó en 1946, después de que un magnetrón derritiese una barra de caramelo que llevaba en el bolsillo Percy Spencer, ingeniero de la empresa Raytheon.

7. Coñac

Los mercaderes de vino medievales solían extraer el agua del vino (hirviéndola) de modo que su delicada carga se asentara mejor y ocupara menos espacio en el mar; luego en destino volvían a añadirla. Mucho después, alguna alma intrépida – apostamos a que fue un marinero – decidió evitar el proceso de la reconstitución y así nació el brandy. ¡Abran paso a Courvoisier!

8. Caucho vulcanizado

El caucho se pudre de mala manera y huele peor, a no ser que se vulcanice. Los antiguos mesoamericanos tenían su propia versión del proceso, pero Charles Goodyear lo redescubrió en 1839 cuando se le cayó inintencionadamente (bueno, al menos es lo que dice la mayoría) un compuesto a base de caucho y azufre sobre una estufa caliente.

9. Blandi-blub

A comienzos de la década de los 40, el científico de General Electric James Wright trabajaba en una goma artificial que pudiese ayudar en la guerra cuando mezcló ácido bórico y aceite de silicio. El día de la victoria no llegó antes pero estirar la imagen de las tiras de cómic se convirtió en un pasatiempo nacional.

10. Patatas chips

El chef George Crum preparó el complemento perfecto para sandwichs en 1853 cuando – para fastidiar a un cliente que siempre se quejaba de que sus patatas fritas eran demasiado gruesas, las partió del grosor de un papel y las frió hasta que crujían. No hace falta decir que el comensal no pudo comerse solo una.

Traducido de The Best: Accidental Discoveries (Autor Lucas Graves)

Publiqué esta traducción en Astroseti el 06-03-2006.



17 Comentarios

  1. Muy bueno!!
    Sólo un problemilla de traducción, en el nº9: la goma «Silly Putty» es bien distinta del blandiblub. En españa es quizá menos conocida, pero yo tuve de pequeño. Es más compacta y puede botar. Efectivamente, si so ponía sobre la tinta de un periódico se «calcaba» un poco y luego podías estirarla para ampliar lo que se había grabado.

  2. Fuera su mano o fuera la de su mujer, la suerte que tenemos es que Röntgen era un tipo serio y no un friki, y decidiera hacer el experimento con un miembro que tenía huesos. Porque otro loco que yo me sé (y no me gusta señalarme) lo que hubiera puesto para hacer el experimento habría sido el «miembro» que no tiene hueso, con lo que el descubrimiento no se hubiera producido.

  3. Creo recordar que en este mismo blog se decía que Ian Fleming no había sido el descubridor de la penicilina (si la memoria no me falla vamos :P, aunque es posible que lo haga jejeje).

    Saludos

  4. Joer, el mundo no sería lo que es sin blandi-blub.

    Crufty: Muy agudo, mucha gente que conozco y alguna otra que no conozco (no voy a incluirme, aunque perfectamente podría hacerlo) no podría resistirse a hacer lo mismo.

    En cuanto a Albert Hoffman, no vamos a darle las gracias porque ya tuvo su recompensa en el breve lapso de tiempo que transcurrió entre el descubrimiento de esa sustancia y su ilegalización, no como el resto de la gente que nacimos después del Convenio de Viena. 😀

  5. Sólo un tema: lo de «hervir» el vino para hacer coñac no me parece una técnica muy correcta. Más que nada porque la temperatura de evaporación del alcohol etílico es de unos 74º C y el del agua – componente principal del vino – 100º C. Como resultado, si se «cuece» para eliminar el agua, lo primero que se pierde es el alcohol, con lo cual se obtendría, como mucho, un mosto amargo sin contenido alcohólico. ¡Puaj!

    El proceso que se sigue es la destilación, que se basa precisamente en que el alcohol se evapora a una temperatura menor que la del agua. Con un alambique se consigue entonces «quintaesenciar» el vino para obtener toda una familia de bebidas de mayor graduación y con mayor concentración de elementos volátiles (anillos aromáticos, etc.).

    Es decir, que tan casual no fue, me temo. El alambique fue un descubrimiento que permitió que los países más septentrionales pudieran cogerse las cogorzas que hasta entonces eran patrimonio casi exclusivo de zonas más meridionales y, en nuestro entorno, la cuenca mediterránea especialmente. Si los vikingos hubieran sido capaces de hacer güisqui no se habría alejado de su casa más que para ir a pescar.

    Los que sí hacían mejunjes con vino y agua eran los griegos clásicos, que distinguían entre el vino (aguado) y el vino fuerte (sin aguar).

    Dicho queda, señores. Una vez más, enhorabuena por la selección de contenidos, maikel 😉 De lo mejorcito de la red en castellano.

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