Más cerca del implante de nuevas neuronas con las que remplazar a las que perdemos

Por , el 5 agosto, 2014. Categoría(s): Ciencia ✎ 1

Durante mi adolescencia tardía, enamorado ya sin remedio de la ciencia ficción gracias a la saga «Fundación» de Asimov, y a novelas como «Contacto» de Sagan, «El Juego de Ender» de Scott Card, «2001 Una Odisea Espacial» de C. Clarke y otras muchas obras maestras, llegué por casualidad a un librito pequeño que cogía polvo en mi sección favorita de la biblioteca. Se trataba de una novela de 1966 lamada «Flores para Algernon» y su autor era un estadounidense desconocido para mi, Daniel Keyes. No os voy a relatar la trama porque entre otras cosas existen versiones para televisión que probablemente ya hayáis visto, y si no siempre podréis leerla descargando la obra en castellano y en formato PDF desde este enlace (animaos, apenas llega a las 200 páginas).

Simplemente diré que en esa obra la ciencia consigue, de forma fugaz, convertir a un hombre que padecía un severo retraso mental en todo un genio. Algernón, un ratón con quien también se realiza el experimento en paralelo (y amigo del humano) consigue así mismo resultados sorprendentes. Hoy, tras leer una esperanzadora noticia relacionada con neuronas y ratones, ha sido inevitable que me acordara de la obra de Keyes que tanto me gustó y que tan utópica e inalcanzable se me figuraba por aquel entonces.

Vayamos al grano. En AlphaGalileo publicaron ayer una nota de prensa de la Université de Luxembourg sobre un trabajo realizado por científicos del Centro Luxemburgo para Sistemas de Biomedicina (LCSB) de dicha universidad. Lo que ha hecho esta gente es tomar células de la piel de los ratones, reprogramarlas hasta formar con ellas neuronas, e implantarlas luego en el cerebro de los ratones donantes. Seis meses después de su implantación, las neuronas eran plenamente operativas y se habían integrado en el cerebro con total éxito, creando sinapsis con sus vecinas. El resultado es una novedad porque hablamos de la implantación de neuronas duraderas y estables funcionando en el cerebro como si siempre hubieran estado allí. Esto deja una ventana abierta a futuras terapias que tal vez nos permitan reemplazar en humanos, a aquellas neuronas perdidas en la batalla contra el Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas.

Obviamente el camino hasta llegar a un logro semejante va a ser muy largo, pero en unas décadas tal vez podamos contar con munición de calidad para suplir las bajas neuronales causadas por las demencias, y «renovar» nuestro cerebro con células propias, procedentes de cualquier tipo de tejido, a las que previamente induciremos a convertirse en neuronas. ¡Adiós a los problemas de rechazo o de falta de donantes! La técnica de producir neuronas en discos de petri directamente a partir de células de piel (sin usar para ello células madre) es muy reciente, siendo la primera vez que se logró hace ahora tres años, agosto de 2011.

Volviendo al trabajo del que hablamos, conviene decir además que los ratones con los que se experimentó esta técnica no mostraron efectos adversos, incluso seis meses después de que se les implantaran estas neuronas inducidas en el hipocampo y en varias regiones de su cortex cerebral. De hecho, como digo los resultados mostraron que las nuevas neuronas mostraban una actividad normal y que se habían integrado con toda normalidad en la compleja red neuronal del roedor gracias a nuevas sinapsis.

No se vosotros, pero si algún día conseguimos replicar este experimento en humanos enfermos con total éxito… ¿No habrá quién plantee probar a hacer algo así también en humanos sanos, para ver si conseguimos crear genios experimentalmente? Si algún día llega ese momento, recomendaría al conejillo de indias bípedo que se ofreciese como voluntario, que se leyese antes a Keyes y su «Flores para Algernón» para extrar las pertinentes lecciones.

El trabajo, dirigido por los profesores Jens Schwamborn y Kathrin Hemmer acaba de ser aceptado para publicación en la revista Stem Cell Reports.

Me enteré leyendo AlphaGalileo.



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Por maikelnai, publicado el 5 agosto, 2014
Categoría(s): Ciencia