Enero de 1939, la oportunidad perdida

Por , el 14 mayo, 2009. Categoría(s): Ciencia ✎ 15

Esta es la historia de una reunión de científicos que viviendo en el momento perfecto para evitar la pesadilla de las armas atómicas antes de que se materializase, prefirieron discutir sobre méritos académicos y luchar por la prioridad a la hora de publicar sus hallazgos.

Esta es también la historia de un científico íntegro, comprometido con la paz y consciente del peligro que llegaba a la humanidad, Joseph Rotblat (en la foto) que no pudo asistir a aquella reunión. ¿Qué hubiera pasado de haber estado presente? Lamentablemente nunca lo sabremos.

En enero de 1939, la Universidad George Washington (Washington D.C., EE.UU.) organizó por iniciativa de George Gamow una reunión entre los máximos cerebros mundiales de la física del momento. A aquella reunión asistirían Albert Einstein, Niels Bohr y Enrico Fermi, entre otros. Los dos primeros, cuya fama había transcendido el aspecto científico, eran considerados con acierto las dos máximas autoridades mundiales también en el ámbito moral, por lo que sus opiniones habrían sido escuchadas por la comunidad científica internacional, y en general por toda la opinión pública.

Bohr acababa de llegar de Europa con la noticia del descubrimiento de la fisión del átomo, por lo que Gamow cambió la temática de la reunión sobre la marcha para hacer de la fisión el eje de la misma. Todos sabían que en la práctica, este descubrimiento abría el camino para la construcción de la bomba atómica, pero nadie tomó la decisión de incluir en la agenda un ultimátum sobre ciencia y responsabilidad ética. Simplemente la reunión fue demasiado apresurada y el tema era demasiado nuevo (algunos de los asistentes oían hablar por primera vez de la fisión del átomo). Fuera como fuera, aquella fue una ocasión única e irrepetible – como la historia vendría a constatar después – para iniciar conversaciones preliminares sobre los peligros del armamento nuclear. (Una situación similar, aunque en este caso aprovechada, se dio años después cuando los biólogos – conscientes del poder destructivo de la manipulación de virus y bacterias – decidieron seguir una especie de juramento hipocrático contrario a la fabricación de armas biológicas).

Cabe recordar que en 1939 los científicos de todo el mundo, incluidos alemanes y soviéticos, eran libres para viajar al extranjero e intercambiar conocimientos con sus colegas ingleses, estadounidenses o polacos. Dos años después, en 1941, el miedo a Hitler era ya tal, que la mayoría de los científicos con conocimientos sobre las posibilidades de las armas nucleares apenas podían resistir la tentación de emplearlos contra él.

Fueron los propios científicos de los bandos ruso, británico y estadounidense, conscientes de que Heisenberg probablemente ayudaría al régimen de Hitler a fabricar la bomba, quienes convencieron a sus propios gobiernos de la necesidad «defensiva» de dotarse de armas atómicas. Lo cierto es que los mandatarios del momento (Hitler incluido) no estaban demasiado interesados en esa opción.

Para el año 1941 los científicos “atómicos” eran un bien a proteger por sus gobiernos, de modo que se levantaron muros de secretismo, y cesaron las comunicaciones y el intercambio de conocimientos. Ya era demasiado tarde para que los grandes cerebros del mundo se sentasen a establecer normas éticas preliminares, el miedo lo cubría todo.

Como todos sabemos, el mayor esfuerzo destinado a obtener la bomba lo hicieron los estadounidenses (apoyados por científicos de la Europa contraria a Hitler) merced al gigantesco Proyecto Manhattan. Pero la guerra fue minando la capacidad militar de los nazis, y en el año 1944 quedó claro que los recursos de Hitler comenzaban a agotarse, lo que le obligó a abandonar el proyecto atómico. Aún así, casi todos los científicos involucrados en el Proyecto Manhattan decidieron continuar hasta alcanzar el terrible objetivo final. Todos menos uno, el polaco Joseph Rotblat, que abandonó Los Álamos y se convirtió en el líder del movimiento Pugwash, desde el que trabajó infatigablemente para unir a los científicos de todo el mundo en su objetivo de deshacer el mal que el Proyecto Manhattan había alumbrado.

En octubre de 1995, Freeman Dyson (autor de El científico rebelde, el libro que estoy leyendo en estos momentos, y en el que descubrí esta historia) se encontraba dando una conferencia precisamente en la Universidad George Washington, el lugar en el que todo pudo haberse detenido antes de comenzar.

Dyson contó a la multitud de estudiantes la historia de aquella reunión en 1939, de lo sucedido después en tiempos de guerra, y del único científico que pareció mantener la cabeza fría en aquellos lúgubres momentos. Dyson hizo hincapié en que era una auténtica vergüenza que Joseph Rotblat no hubiese sido galardonado con el Premio Nobel de la paz, cuando era más que evidente que muchos de los premiados hasta la fecha lo habían merecido mucho menos.

En aquel momento, un estudiante gritó desde el fondo del aula: “¿No se ha enterado? Se lo han dado esta misma mañana”. Dyson gritó: “¡Hurra!”, y todo el auditorio estalló en aplausos.

El autor del libro confiesa emocionado sentir aún los vítores de los alumnos en su cabeza cada vez que recuerda la escena. Particularmente, esta anécdota me puso ayer los pelos como escarpias a medida que leía, y por eso he pensado en compartirla hoy con vosotros.

Lástima que aquella lejana mañana de enero en el año 1939, no hubiese en la universidad una silla disponible para Joseph Rotblat.



15 Comentarios

  1. Sin duda las armas nucleares son las mas destructivas e injustas (por su incapacidad para diferenciar al objetivo de todo lo que le rodea), pero no puedo evitar preguntarme… como sería el mundo hoy si no se hubiese inventado la bomba atomica?

    Y si los alemanes hubiesen ganado la 2ªGM? Que hubiese pasado durante los años de tensa paz durante la Guerra Fria en la que se temía el poder destructivo nuclear del enemigo?

    Si pudiesemos mirar esa realidad paralela quizas no nos diese tanta lastima la ausencia de un sitio para Joseph Rotblat en aquella reunion.

  2. Los alemanes no perdieron la guerra por la bomba atomica, y los japoneses estaban derrotados antes de lanzarles las bombas, lo que pasa es que no se rendian de ningun modo (fijate en que se suicidaban con tal de hacer algo de daño a los americanos)

  3. En el mismo enlace de la wikipedia que pusiste sobre Heisemberg se considera que este científico alemán que «ayudo» a los nazis siempre estuvo evitando terminar de conseguir la bomba… ¿no se merecería él también el premio nobel de la paz?

  4. jajajajajaj si los cientificos del cern consiguen el bolson de higgs espero q sean muchos mas los cientificos que apollen la no construccion de una bomba o simplemente con que se use el centro de manera incorrecta ya es una amenaza en fin siempre nos quedara greenpeace

  5. Pues sí,pero no………la reunión de enero del 39 fué,pero quizás pesó más el sentido no común y el miedo que la ética científica……..sea como fuere Albert E.comunica a Roosevelt los riesgos del uranio y no creo yo que «la persona de confianza» que menciona fuese en su nombre.
    En ningún modo Einstein apoyó la fabricación de la bomba atómica,de una lado por su falta de conocimientos en la ingeniería nuclear y de otro por su visión «abstracta» del mundo.

    http://www.aip.org/history/newsletter/spring2000/fdrphoto.htm

    Creo y seguiré creyendo que Einstein nunca ……..NUNCA……..
    apoyó la fabricación de la bomba atómica.

    Enhorabuena por el artículo y gracies por el blog.

  6. Genial, gracias por contarnos esta historia, Maikel, me ha encantado. 😀

    Pero hombre, hombrenuclear, Higgs no usaba bolsos ni bolsones y las instalaciones del CERN no se pueden usar como arma. ¡Y descubrir el «boson» de Higgs tampoco serviría para crear bombas!

  7. Una de las cosas que más me gusta de la vida es descubrir que, en todos los campos, existen esta especie de «ángeles» protectores de la parte más grandiosa del hombre, su HUMANIDAD.
    Muy buen artículo, maikel. Gracias a tí amplio mi lista de personajes «imprescindibles en la historia»

  8. Realmente, las bombas nucleares no hacían falta para que USA ganara la 2ª GM. Pero sí las necesitaban como forma de preparación del mundo posterior a la guerra, cuando la URSS dejara de ser aliada. Que Stalin era mucho peor que Hitler, no olvidemos ese detalle… y de hecho tanto uno como otro son de los mayores asesinos de la historia. Lo que pasa es que Stalin estaba del lado de los aliados, mientras que Hitler no. Peor eso fue en la 2ª GM. Ya sabemos lo que vino después… 8-(

  9. Sin la bomba atómica y sin su uso en Hiroshima y Nagasaki, no existiría el miedo aún latente a la pérdida total, fue tal el terror y la destrucción provocadas que asustó a sus propios creadores. Cuando Einstein fue preguntado por las armas que se utilizarían en la 3º guerra mundial dijo que las desconocía pero sabía seguro cuales serían las de la 4º, palos y piedras. UNA GUERRA NUCLEAR ES UNA PERDIDA TOTAL nadie gana y a nadie le interesa perder lo que tiene, este miedo es necesario por que cuando falte habrá comenzado la cuenta atrás de nuestra destrucción, sino lo ha hecho ya, pero todavía hay gente dispuesta a hacer lo correcto y ser nuestro Pepito Grillo gracias a este artículo he conocido a otro… HAY ESPERANZA!

    Enhorabuena por el artículo, gracias.

  10. Seguro que los japoneses no estaran de acuerdo, pero estoy con Alfonso en que hay algo positivo en el hecho de que se utilizaran esas bombas, sabemos (y no solo en teoria) las consecuencias que tienen.

    Creo que es algo que tenia que pasar, y que si no hubiera sido alli habria pasado en corea o en vietnam, y si no se habrian seguido construyendo y la primera ver que se utilizaran habria sido para una destruccion global. Peo ahora se lo piensan antes de apretar el boton.

    Eso si, ojala no hubiera pasado nunca.

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Por maikelnai, publicado el 14 mayo, 2009
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