Elmer McMurdy, el único cadáver que se jubiló a los 65 años

Por , el 3 marzo, 2008. Categoría(s): Curiosidades ✎ 14

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Desconozco si Elmer McCurdy era aficionado a leer a los místicos castellanos. Estoy por apostar que le habrían gustado aquellos versos de Santa Teresa: «Vivo sin vivir en mí – y de tal manera espero – que muero porque no muero«. Y es que al contrario que a la santa de Ávila, que deseaba morir sin lograrlo, al pobre y difunto McCurdy, no le dejaron morirse en paz. ¡Todo lo contrario!, para su desgracia viajó y conoció más mundo siendo fiambre, que en el breve lapso que caminó por sus propios medios por este valle de lágrimas.

La leyenda urbana, que en este caso resulta ser cierta, dice así: en 1976, comenzó el rodaje de un episodio de «El hombre de los seis millones de dólares» en la casa encantada de un parque de atracciones en Long Beach, California. Mientras movían al «muñeco» del hombre ahorcado, le arrancaron accidentalmente un brazo, y para sorpresa del equipo… aquello no estaba hecho de cartón piedra, sino de carne «momificada» y huesos. No deja de tener gracia que este macabro hallazgo tuviera lugar gracias a la grabación de una serie basada en un «hombre biónico».

Pero eso es solo parte de la surrealista vida «ultraterrena» que llevó el pobre Elmer McCurdy. Todo empezó (o acabó, según se mire) en el tiroteo que siguió al robo de un tren perpetrado en 1911. Durante el intercambio de balas, el sherif local acabó con la vida del pobre Elmer, que había cometido la torpeza de robar 46 dólares y dos jarras de whiskey. El enterrador del pueblo, seguramente un hombre enjuto y vestido de negro, como dicta el cliché del Spaguetti Western, recibió el encargo de embalsamar los restos de McCurdy, y tan bien lo hizo, tanto mimo y esmero (a la par que maestría) puso en la tarea, que terminó llevándose a su creación a casa, para que todos pudieran admirar sus supremas habilidades.

La gente hacía cola para ver al pobre Elmer en su ataúd (véase foto) y como pago introducían una moneda de 5 centavos en la boca del cadáver… yo la verdad prefiero la tradición de la Fontana de Trevi, llamadme cursi.

¿Pensáis que la historia ya es todo lo bizarra que se puede imaginar?, pues os equivocáis. Tras varios años actuando como hucha en casa del sepulturero (se desconoce el método o ranura que el enterrador empleaba para extraer las monedas, cada cual que se imagine lo que quiera), los hermanos de McCurdy se presentaron en casa a reclamar el muy estimado cadáver de su difunto pariente. ¡Fin del chollo para el embalsamador!, aunque para la momia del ladrón del tren aquello supuso el inicio de una gran gira nacional, puesto que como habéis imaginado, los supuestos hermanos no eran más que unos timadores que se ganaban la vida montando ferias y atracciones de villa en villa.

Cuando el pobre McCurdy no dio más de si, y la gente le dio la espalda atraída por las barbas de la mujer hirsuta, o por los músculos del forzudo pakistaní, los feriantes robacadáveres decidieron vender sus restos a un museo del crimen, de donde partió para un museo de cera en Hollywood, y finalmente llegó a manos del propietario de la antes citada casa encantada de Long Beach, quien lo encontró perfecto para adornar el túnel del terror y le dio empleo como «ahorcado». Otra ironía de su «vida», pues de no haber muerto Elmer en el tiroteo, esa habría sido la pena que le esperaba por atracar trenes. En aquel parque de atracciones el pobre forajido pasó unos cuantos años sufriendo los empujones de los niños y provocando las risas nerviosas de las niñas.

Y allí se quedó, balanceándose en la cuerda floja hasta que nuestros televisivos protagonistas se dejaron caer en 1976, 65 años después de su muerte (la merecida edad de la jubilación). El resto es historia, tras identificar al cadáver, las autoridades enviaron sus restos a su Oklahoma natal, donde finalmente fue enterrado. Aún así, su historia se ha hecho tan popular en los Estados Unidos que su tumba se ha convertido en un lugar pintoresco que visitar si es que te pasas por aquel estado.

Aparentemente su cadáver ha sido el que más entretenimiento ha provocado a una nación y de hecho, para evitar que alguien sintiera la tentación de desenterrarlo e iniciar una nueva gira comercial, el segundo sepulturero que se cruzó en el camino del bueno de Elmer, en vez de llevárselo a casa, decidió verter una buena cantidad de hormigón armado encima de la tapa de su ataúd.

Alguien tenía que acabar con aquello del «Show must go on».

Inspirado tras leer The 5 Creepiest Urban Legends (That Happen to be True)



14 Comentarios

  1. Otro caso curioso , y con un cadaver más famoso, es el de Carlos Gardel.

    Al parecer fueron unos 7 meses los que el cadaver de Gardel estuvo dando vueltas.

    Murió en accidente aereo en Medellín, Colombia, y fue enterrado allí. Después Aregntina pidió la repatriación, lo desenterraron y su cadaver fue trasladado primero en tren y luego en mula (para cruzar las montañas), y en cada pueblo por el que pasaba le hacían un homenaje. Luego fue en camión y luego de nuevo en tren. No sé porqué le llevaron al Pacífico si tenía que ir a Argentina pero bueno … de allí fue a Panamá, Nueva York, Rio de Janeiro, y finalmente a Buenos Aires.

    Por si fuera poco curiosa la cosa se especuló que el accidente del avión fue causado porque Gardel le pegó un tiro al piloto … cosas de mujeres

  2. Casi increible… me hace pensar que por ignorancia de muchos en las casas de terror, no sean los que ambientan el lugar muñecos si no cadáveres humanos reales embalsamados tal y como el buen Elmer McCurdy.

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Por maikelnai, publicado el 3 marzo, 2008
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