Los fármacos antienvejecimiento podrían cambiar la naturaleza de la muerte

Por , el 19 diciembre, 2007. Categoría(s): Educación/Opinión ✎ 4

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[Autor: Brandom Keim para Wired Science Blog] Una nueva clase de fármacos destinados a combatir el deterioro físico y mental relacionado con el envejecimiento podría cambiar no solo la naturaleza de la vida, sino la de la muerte.

Estos medicamentos fijan su atención en la mitocondria, la «fuente de alimentación» de la célula que aporta la energía química que nuestro cuerpo necesita. Con el paso del tiempo, la mitocondria acumula daños, lo cual provoca disfunciones en las células y en los tejidos, y finalmente el colapso. Algunos científicos creen que probablemente lo que dispara la aparición de ciertas enfermedades como el cáncer, el Parkinson, el Alzheimer y las dolencias cardíacas – todas ellas mucho más comunes en personas de cierta edad – sea una raíz común de tipo mitocondrial. Repara a la mitocondria y tal vez repares el propio envejecimiento.

Los resultados de las investigaciones preliminares sugieren que los fármacos rejuvenecedores de las mitocondrias son capaces, al menos en animales de laboratorio, de detener esas enfermedades y extender la longevidad. La investigación también sugiere que, una vez se alcanza el final del ciclo de vida tradicional, estos animales tienden a morir rápidamente, sin ningún indicio de enfermedad o fallo sistemático.

Si el patrón se aplicase a las personas, la muerte no llegaría precedida por meses o años de sufrimiento. Podría presentarse sin aviso, tomando a los familiares y seres queridos por sorpresa.

Mientras preparaba un post sobre los tratamientos mitocondriales investigados por la empresa Sirtris Pharmeceuticals para Wired Science, empecé a preguntarme cómo sería la muerte si eliminamos a las enfermedades asociadas con el envejecimiento. Cuando les explicaba la investigación a mis conocidos todos preguntaban invariablemente: «¿de qué morían los animales?» Me di cuenta de que la muerte estaba implícita en las descripciones de los estudios, pero que nunca se describía con detalle, de modo que trasladé esa pregunta a varios científicos especializados en longevidad.

«Sorprendentemente, esta sencilla cuestión no tiene una respuesta fácil. A menudo, con animales de laboratorio, resulta dificil determinar la causa de la muerte con toda exactitud» contestó Andrzej Bartke, investigador en medicina geriátrica de la Universidad de Illinois. «Lo único que sabemos hasta el momento es que los ratones mutantes de vida larga con los que estamos trabajando, son menos proclives (de forma significativa) a morir de cáncer… y también más dados (igualmente de forma notable) a morir sin presentar ninguna lesión obvia que pueda ser causante de la muerte».

Las observaciones de Bartke se vieron reforzadas por Luigi Fontana, pionero en restricción calórica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington. Los efectos de mejoría en la longevidad asociados a la restricción calórica inspiraron el desarrollo de los fármacos destinados a actuar sobre la mitocondria, y activan muchos de esos mismos procesos celulares.

«Mueren de muerte natural… probablemente su corazón deja de latir» escribió Fontana sobre los roedores de su estudio y los de otros similares, que muestran pocas evidencias de las lesiones histopatológicas – daños o anormalidades en tejidos y órganos – mencionadas por Bartke. «Los animales caen muertos y no podemos saber realmente por qué. Una posible explicación es un fallo del sistema conductivo eléctrico del corazón causado por las alteraciones metabólicas… Sin dolor, sin sufrimiento, si costes médicos y sociales para la población».

Este es un buen momento para introducir unas palabras de prudencia: estamos hablando de investigación preliminar. Tal y como el gerontólogo pionero Aubrey DeGrey me comentó, y con lo que seguramente la mayoría de investigadores estarán de acuerdo: «El consenso dista mucho de estar cercano sobre si estos fármacos serán efectivos contra el espectro general de enfermedades relacionadas con la vejez».

Pero dicho esto, aún merece la pensa pensar en el modo en que la naturaleza de la muerte podría cambiar, de poder preparanos contra posibles trastornos o examinar nuestras relaciones de cara a uno de los pasos inevitables en la vida.

Las muertes rápidas e inesperadas no son extrañas, pero la mayor parte de los fallecimientos ocurren con algún tipo de aviso previo. ¿Cómo sería la vida si la mayor parte de las muertes llegaran sin anunciarse? ¿Cómo cambiaría eso nuestra cultura? ¿Habría más amor en la forma de actuar del día a día? ¿O simplemente entraríamos en un gran estado de nervios, saltando cada vez que alguien llamase a la puerta súbitamente?

DeGrey propone otra hipótesis: ¿qué ocurre si los fármacos anti-envejecimiento no fuesen efectivos contra todas las enfermedades, dejando a una sola – por ejemplo el Alzheimer – como la causa más común de la muerte?

No pretendo ofrecer respuestas, pero el Consejo Presidencial en Bioética ha pensado un poco acerca del envejecimiento, al igual que sus críticos. Si tienes alguna idea o preguntas al respecto, deja algún comentario.

Traducido de Anti-Aging Drugs Could Change the Nature of Death Por Brandom Keim



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