Una noche en la ópera

Por , el 18 noviembre, 2007. Categoría(s): Personal ✎ 12

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Amo la ópera, no recuerdo exactamente desde cuando, aunque si el cómo. Probablemente esa pequeña punta del iceberg del repertorio clásico que ha logrado trascender a cultura popular tuvo mucho que ver… por ejemplo, ¿quién no ha tenido un familiar que tararease La Donna e Mobile de Rigoletto desde la ducha? Mi padre lo hacía, aunque gracias al cielo luego descubrí al magistral Kraus. No descarto que en mi caída en brazos de la lírica influenciase también aquel machacón Conspiración de Vicky Larraz, gracias al cual sentí curiosidad por saber algo más de la que luego resultó ser una ópera redonda de principio a fin (Carmen de Bizet). ¡Qué genial la habanera cantada por la Callas!

El mismo año de aquella Conspiración (1983), mi madre decidió comprar en una gasolinera, camino de las vacaciones, una cinta de arias famosas interpretadas por un Josep Carreras pre-leucemia, y de su mano descubrí (entre otros) a Donizzetti, gracias a aquel sobrecogedor «Una furtiva lágrima«. Mi madreo puso la cinta «por cambiar un poco», y mientras mis hermanos miraban por la ventana aburridos, dejando pasar el tiempo mientras que el Ford Taunus devoraba kilómetros camino a levante, yo simplemente estaba en éxtasis, escuchando a aquel catalán – al que jamás había oído mencionar – cantando unas cosas en italiano que me cortaban la respiración.

Luego la vida, y muchos ahorros gastados en CDs, me hicieron Pucciniano, sobre todo del más verista, y me aprendí de memoria la letra del E lucevan le stelle como símbolo trágico del amor a la vida; aún hoy en día, sigue siendo (en mi opinión) el aria para tenor más hermosa de todos los tiempos. Desde entonces la ópera no ha hecho más que darme satisfacciones.

A la lírica se llega de mil maneras, una película, una sintonía en una emisora perdida, la banda sonora hipnótica de aquel tostón de película… cualquier forma es buena. Más tarde o más temprano uno se choca de bruces con ella, y si te atrapa estás perdido… la cosa irá a más con los años pues es un virus letal. Mucha gente se enganchó, por ejemplo, gracias a la oscarizada Philadelphia y a la famosa escena en la que Tom Hanks escucha, frente a un Denzel Washington impresionado, a la gran María Callas cantando La mamma morta, de Andrea Chenier.

Como anécdota de lo obsesiva que esta afición puede resultar, recuerdo haberme paseado por las tiendas de música de Avilés y Oviedo tarareando un precioso dueto femenino para que el dependiente lo identificara y de este modo pudiese adquirirlo. Tardé dos años en descubrir que se trataba del dueto de las flores, de Lakmé de Delibes. ¡Qué satisfacción cuando por fin pude oírlo en casa!

Sin embargo, durante estos últimos años la cambiante vida, y la reasignación del tiempo libre a la que me forzó la llegada de los niños (e internet, todo hay que decirlo), me habían alejado de la ópera. Ahora, las sirenas me han vuelto a embrujar con su canto, y es que mi madre me ha regalado un abono para la temporada en el ovetense Teatro Campoamor. Es cierto, voy en autobús, me siento en el gallinero, no visto frac, y sufro en los descansos por no poder fumar un cigarrillo mientras observo desde arriba a los pudientes tomar cava y degustar panecillos suizos rellenos de fiambre… pero yo no estoy allí por las viandas. Me siento junto a estudiantes universitarios, y padres empecinados en «infectar» a sus hijos con el mal de la música. Yo voy por los artesanos del foso, por el coro y los figurantes, por la indescriptible atmósfera de la interpretación en directo, por las sorpresas de la puesta en escena, por los bravos del público y los aplausos apasionados. Voy por el absoluto y sagrado silencio (momento en el que las barreras económicas se esfuman) que se palpa en toda la sala cuando la Prima Donna se acerca a ese Do imposible; por los suspiros de la chica de atrás cuando Edgardo se suicida. Ese «todo» es la ópera, al margen de convencionalismos o marcas de estatus, y por ella llego hasta a olvidar los dolores de piernas posteriores (demasiado largas para la platea). Por desgracia, al regresar a casa tras cada representación, los momentos de felicidad que normalmente me producen los vídeos descargados de youtube, me parecen simples sucedáneos y del todo insuficientes.

En fin, espero que me perdonéis esta rendida alabanza a la ópera, seguro que os ha pillado de sorpresa. El caso es que aún bajo el embrujo de la representación del pasado jueves de la famosísima Lucia di Lammermoor (véase el sexteto que ilustra este post), he pensado que probablemente entre vosotros haya también aficionados al arte total (música + canto + teatro), y que me encantaría conocer vuestras arias/operas favoritas.

Además de todas las indicadas en los párrafos anteriores, os marco algunas de las mías:

Spargi d’amaro pianto (Lucia di Lammermoor)
Meditación de Thais (Instrumental)
Dueto de las flores (Lakme)
Lascia ch’io pianga (Rinaldo)
La mamma morta (Andrea Chenier)
Signore Ascolta (Turandot)
Lamento de Federico (La Arlesiana)
Vesti la Giuba (I Pagliacci)
Intermezzo de Cavalleria Rusticana (Instrumental)
Sempre Libera (La Traviata)
Che Gelida Manina (La Boheme)
Largo al factotum (Il barbiere di Siviglia)
Bella Figlia del amore (Rigoletto)
De koningin van de nacht (La Flauta Mágica)
Casta Diva (Norma)
O mio babbino caro (Gianni Schicchi)
Pur mon ame (La Fille de Regiment)

Sirva esta última, de una dificultad endiablada y conocida popularmente como el aria de los 9 Dos de pecho, como merecido homenaje al recientemente desaparecido Lucciano Pavarotti, quien la cantaba con una tranquilidad solo al alcance de poquísimos privilegiados.

En fin, esas son algunas de mis favoritas, pero hay tantas y tantas otras. Desde este rincón (casi siempre) de las ciencias, permitidme que en esta ocasión de gracias por las artes.



12 Comentarios

  1. Vaya, pues a mi me has sorprendido gratamente.

    Yo tambien tuve ese momento en el que la música clásica en general y la opera en particular intentaron formar parte del eclecticismo musical que me caracteriza.

    Lamentablemente no cuajó, aunque en algun momento gusto de escucharla. Y tambien me recuerdo a mi mismo tarareandole » el dueto de las flores» a un amigo.

    Si tuviera que destacar una obra, desde mi cortisima experiencia, destacaria «la flauta magica».

  2. Es genial poder disfrutar de óperas en directo. En Málaga, resulta mucho mas complicado. El otro día pude disfrutar de Porgy and Bess, pero, la verad, son muy contadas las ocasiones en las que tenemos algo bueno por aquí.
    en cuanto a gustos, casi todos evolucionamos. llevo 3 años en la lista de espera de Bayreuth (lo comento en el blog http://evanescencia.net/2007/11/06/morir-de-amor/ )
    y te puedo asegurar que hay muchíssimo que oir, que la gente se engaña cuando cree que la ópera está muerta

  3. A mi me ocurrió .. con la película Match point de Woody Allen, en la que el prota escucha va a la opera.. me gustó y me bajé la OST .. me encantó Il trovatore y Una furtiva lagrima .. esto ha hecho que esté interesandome cada vez más en el tema.. y seguro que acabaré yendo ( espero ) a la opera en un futuro próximo.
    Gran post, me gusta mucho que además de narrar cosas interesante y curiosas hables de lo que te apasiona 😉

  4. Que grata sorpresa. Puedo sumarme como uno de los engachados a la opera por la escena de Philadelphia. Claro luego vinieron muchas no del todo operisticas pero en el mismo sentido, la carmina burana, el requiem… todos tenian un cierto efecto himnotico en mi. Luego pase a querer saber «que decian»… de ahi se me enveneno el alma. Disfruto los domingos en la mañana cuando todos estan dormidos, para escuchar alguna opera, mientras les cocino algo (resulta que yo cocino los domingos)… es excelente.

  5. Un saludo muy especial desde Colombia…
    Llevo muchísimo tiempo siguiendo tu blog, pero la entrada que leo hoy me ha parecido majestuosa, me encanta la ópera y siempre estoy dispuesto a a recibir consejos sobre nuevas arias que escuchar.
    Un abrazo desde la mejor esquina de América.

  6. Pues la verdad, no soy operero, pero algunas canciones que me fascinan en extremo, la de Filadelfia, La Mamma Morta no la he tenido en total en mis manos apesar que en la peli la traducen.
    Me encanta la que salio en El Quinto Elemento, O Gusto Di CIelo en la Opera Lucia Di Lammermor, sinceramente espectacular cualquiera de sus interpretaciones. Esperemos a ver que pasa, siempre me ha decepcionado no poder saber que dicen. Aunque la verdad en los musicales con traduccion me quedo escuchandolos y analizando aun la interpretacion del tenor/soprano actor

  7. Estaré enfermo? De dónde esta obsesión para con el arte? Me muevo en el campo de la ciencia pero no dejo de escuchar esta cosa compleja y fuera de la comprensión y la estética de la mayoría. Por culpa de la ópera pierdo vínculos con la sociedad que no la entiende y no me comprende…
    Más ya nada me importa… La ópera es para mí enfermedad y remedio…
    Espero hacer terapia con algunos operómanos como yo o ya próximos a la locura…
    Saludos
    Diego, desde el centro de Argentina.
    Amo apasionadamente a Don Giovanni. Los acumulo en repisas y debajo de la cama… Mi mujer ya pidió el divorcio….

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Por maikelnai, publicado el 18 noviembre, 2007
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