Cortesía de Jeff Martz
Como los cóndores modernos, hace seis millones de años el Argentavis magnificens – la mayor ave voladora conocida – podría haber tenido que apoyarse en corrientes térmicas ascendentes para elevarse sobre lo que ahora es Argentina. Basándose en los fósiles encontrados, los investigadores estiman que el Argentavis, que contaba con una envergadura alar de siete metros, podría haber carecido de la potencia pectoral necesaria para volar por sus propios medios mediante el aleteo, pero que estaba bien equipado para planear. Podría haber volado en círculos dentro de una corriente térmica ascendente dando giros cerrados (de 61 metros) en espiral mientras vigilaba a sus presas, según se ha publicado esta semana en un trabajo que aparecerá en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences USA.
También hablan de ello en National Geographics, donde además añaden esta ilustrativa foto sobre el tamaño del «pajarito».
Visto en Galería de imágenes de Scientific American (3 julio 2007)
Debió de ser un espectáculo… No sólo verlo volar, sino verlo subir trabajosamente la ladera de un monte despues de un error de cálculo en un aterrizaje en un sitio demasiado bajo…. 🙂
Salu2!